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Tribuna
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Enemigas de las mujeres

No podemos adoptar una postura miedosa de intento de preservar lo conseguido y dejar los avances para mejores tiempos

Javier Hernández

Hay políticas enemigas de las mujeres. Me refiero a las acciones que se desarrollan desde los gobiernos o se proponen desde la oposición, aunque desgraciadamente políticas mujeres que las defienden también existen.

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Alrededor de la semana del 8 de marzo y de la convocatoria de una nueva huelga feminista, después del éxito del año pasado, viene a mi memoria la célebre frase de Clara Campoamor en la consecución del sufragio universal en España, que a veces se simplifica y minimiza llamándolo “voto femenino” cuando en realidad se trataba de completar el valor democrático del voto en la República. Campoamor dijo “la República no puede defraudar a las mujeres” y afortunadamente, con esfuerzo y lucha, no se defraudó. Rememorándola creo que ahora se puede decir “la democracia no puede defraudar a las mujeres”.

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Es cierto que si se hace balance es mucho el camino recorrido, pero como en todos los ámbitos de la humanidad, por ejemplo la medicina ha descubierto las vacunas y los antibióticos y un sin fin de adelantos que previenen, curan y cuidan de la vida de las personas y no por ello se deja de investigar en nuevas técnicas para diagnóstico o tratamiento. Así que estoy de acuerdo, se ha avanzado mucho desde el cinturón de castidad o desde que nuestras abuelas y madres no podían abrir una cuenta corriente en el banco, pero aún queda mucho más por hacer en nuestro país y no hay tiempo de paladear los avances por históricos que sean. Además, con una mirada internacionalista, a la que el feminismo jamás renuncia, advertimos que ciertas prácticas medievales aun castigan la vida de las mujeres en el planeta. Países, donde tienen quebrada su voz además de sus derechos, recordándonos a las mujeres que sí podemos alzar la voz que no debemos permanecer calladas ni ajenas.

La democracia no puede defraudar a las mujeres, pero ¿en qué punto nos encontramos? ¿acaso con la excusa de la crisis económica no hemos sufrido ya bastantes retrocesos? No solo estamos en el mes de la reivindicación feminista, sino que estamos a las puertas de una contienda electoral que se prevé importante por el amplio abanico de posibilidades que puede abrir.

Desde mi punto de vista y por reducir mucho el razonamiento, la batalla se va a librar además de en lo territorial con el debate catalán, en el ámbito de los derechos de las mujeres. El campo de batalla ideológico está en los derechos de las mujeres. Si me apuran y precisamos más, la contienda se libra directamente sobre el cuerpo de las mujeres.

Los efectos de la crisis perduran en nuestra sociedad, la etapa de los Gobiernos de la derecha castigó especialmente a las mujeres y aún no se ha conseguido reducir la brecha salarial, ni avanzar en la conciliación y corresponsabilidad, es decir, cobrar lo mismo y cuidar lo mismo hombres y mujeres, y aunque es cierto que el Gobierno de España ha aprobado recientemente medidas valiosas que van en el buen camino, las mujeres continúan en una situación de peor posición económica respecto a los hombres. Las mujeres pensionistas, viudas, las familias monoparentales o migrantes ponen cara femenina a la pobreza en nuestro país.

Con esta realidad vuelven a irrumpir las propuestas de políticas enemigas de las mujeres, haciendo que el capitalismo radical entre a actuar directamente en nuestras carnes. Cuando más necesidad económica padecen las mujeres se viste de libertad el prostituirse o “donar” a los propios hijos. La prostitución y los vientres de alquiler son al fin y al cabo una explotación de los cuerpos de las mujeres, explotación sexual y explotación reproductiva. La comercialización con el cuerpo de las mujeres no es nueva, tampoco considerarlas como objeto, pero en este caso viene de la mano de un partido que se autodenomina “nueva política”. Pero las políticas enemigas de las mujeres no quedan ahí, la irrupción de la extrema derecha y su cuestionamiento de la lucha contra la violencia de género poniendo a las mujeres víctimas bajo la sospecha de mentirosas. Y por último la derecha de toda la vida queriendo involucionar en la libre elección de la maternidad y la interrupción voluntaria del embarazo, como si la maternidad fuera una factoría de nuevos cotizantes a la seguridad social y las mujeres que abortan sujetos inconscientes e incompetentes a las que hay que abrir los ojos para que sepan qué llevan dentro. Estas políticas enemigas de las mujeres son el reparto de cromos que la derecha en todas sus manifestaciones ha hecho en esta batalla ideológica librada sobre el cuerpo de las mujeres.

Ante esta realidad no se puede actuar con ingenuidad, no podemos adoptar una postura miedosa de intento de preservar lo conseguido y dejar los avances para mejores tiempos, tenemos ante nosotras y nosotros una cita en las calles el 8 de marzo y una cita electoral. Quiero pensar que no nos estamos defendiendo a nosotras mismas, sino que estamos defendiendo al conjunto de la sociedad, porque el feminismo es una fórmula imprescindible para conseguir una sociedad más justa y sostenible. Porque cuando hablamos de derechos de las mujeres como hizo Clara Campoamor estamos defendiendo los derechos de ciudadanía en una sociedad y una democracia incompleta sin igualdad.

Carmen Montón fue ministra de sanidad, consumo y bienestar social.

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