El ‘Dermophis donaldtrumpi’ y el cambio climático
La energía de la activista Greta Thunberg contrasta con el negacionismo del presidente de EE UU
Esta semana ha nevado en Las Vegas. No es algo quimérico pero sí insólito. Hace una década que no nevaba en la ciudad más grande del Estado de Nevada y el servicio meteorológico ha constatado que es la mayor cellisca desde que se realizan registros. El año pasado, Suecia vivió un verano atípico. Una ola de calor asfixiante envolvió el país escandinavo provocando la perplejidad de muchos y, lo peor, una cadena de incendios que se extendió por encima del círculo polar ártico. Este fenómeno meteorológico alertó entonces a Greta Thunberg, una colegiala de 15 años que, a raíz del calor anormal que azotaba Estocolmo, empezó a interesarse sobre el cambio climático. Ahora es una activista de pro, capaz de cantarle las cuarenta a los supermillonarios líderes mundiales del Foro de Davos y sacarle los colores a los mandamases de la UE.
Thunberg se ha plantado en Bruselas para dar a los políticos un nuevo toque de atención y urgir a la Unión a adoptar un objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero “del 80% para 2030”, un porcentaje dos veces más ambicioso que el contemplado en el Acuerdo de París. La líder del movimiento Fridays for Future es un símbolo para miles de jóvenes. Ha impulsado los viernes verdes, una iniciativa que llama a los alumnos a no ir a clase ese día para protestar y concienciar al mundo sobre el problema del cambio climático. Lo que empezó de manera tímida en la capital sueca se ha contagiado a casi 300 ciudades de todo el mundo.
Hace dos meses, una compañía británica eligió el nombre de Donald Trump para bautizar a una nueva especie de anfibio ciego descubierta en Panamá (el Dermophis donaldtrumpi) por su tendencia a enterrar la cabeza en el suelo, actitud que se asemeja a la del presidente de EE UU ante el problema del cambio climático, al que se ha referido como “un engaño fraguado por los chinos”.
La joven Thunberg tiene en Trump a su gran antagonista. Y también a Andrew Wheeler, el encargado de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense, exlobbista de la industria del carbón y declarado defensor de los combustibles fósiles. Un cara a cara televisivo entre Thunberg y Wheeler sería, además de un gran espectáculo mediático, una manera de desenmascarar las falacias de los histriónicos negacionistas.
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