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Columna
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El tripartito andaluz, un mes de laboratorio

Andalucía, atentos, es banco de pruebas, brújula. De la derecha pura y dura. Y de la sorprendente derechización del centro

Xavier Vidal-Folch
Teodoro García Egea, Juan Manuel Moreno Bonilla, Francisco Serrano y Francisco Javier Ortega Smith-Molina, durante la firma del acuerdo.
Teodoro García Egea, Juan Manuel Moreno Bonilla, Francisco Serrano y Francisco Javier Ortega Smith-Molina, durante la firma del acuerdo. PACO PUENTES

El tripartito andaluz de derechas cumple hoy un mes. Cumplimentará cien días con las elecciones generales del 28 de abril. Así que este calendario es fértil para todos los electores, de cualquier adscripción, porque les servirá de referencia sobre lo que sería un Gobierno español de derechas en las actuales circunstancias.

Para esas actuales circunstancias no sirve del todo el referente madrileño, ya que es monopartido. Todo indica que para reauparse al Gobierno, el conservadurismo necesitaría del concurso de sus tres ramas.

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Aunque fuese también en un tripartito imperfecto, parlamentario más que gubernamental, y de perfiles clandestinos, pues a los pobrecitos ultras siempre les quieren borrar de la foto: y viceversa, como ocurrió en la manifa de Colón, donde Abascal-Stalin eliminó de sus imágenes a Trotski-Rivera.

Y tampoco es seguro que ese reagrupamiento garantice el fin de echar a Sánchez. Además, quizá Ciudadanos se replantee sus alianzas. Muchos de sus (potenciales) votantes así lo desean.

El caso de la cosa es que el referente andaluz ya funciona. El Ejecutivo de Juanma Moreno-Juan Marín lleva el mes de alegría inaugural con todo, menos un dechado de estabilidad. A veces por la cooptación de antiguos altos cargos susanistas muy técnicos, lo que produce ronchas a los más aguerridos. Pero es pronto para sacar consecuencias. La peor vorágine se registra en el departamento más poderoso y simbólico: Hacienda. Porque tiene dos encargos clave, la rebaja de impuestos a los más ricos/ricos/ricos y la elaboración de los nuevos presupuestos.

El consejero Alberto García Valera, independiente, ha tenido que dimitir, perjudicado por una afección cardiaca. Se estrena otro técnico, Juan Bravo. El primer hito de la nueva Hacienda es la primera prioridad de la tripleta. La eliminación práctica del impuesto de sucesiones y donaciones (exoneración del 99%), en lo que coinciden PP y Vox, y a lo que se apuntó tardíamente Ciudadanos, tras haber logrado del PSOE-A un mínimo exento hasta un millón de euros.

Esa exención era también su propuesta en su último programa electoral nacional. Ahora ha virado —con el 99%—, hacia una mayor protección a los todavía más pudientes.

Andalucía, atentos, es banco de pruebas, laboratorio, brújula. De la derecha pura y dura. Y de la sorprendente derechización del centro. Ojalá que reversible.

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