Machismo radical
El conservadurismo supone la continuidad del modelo patriarcal y su ejercicio práctico a través del machismo radical que está en su origen
La sabiduría popular, no la de los partidos, sino la de la calle, lo explica muy bien en sus sentencias cuando dice aquello de que “la cabra siempre tira al monte”, sin duda una forma muy gráfica de expresar cómo la simulación y el disimulo solo se pueden mantener durante un tiempo, hasta que la propia realidad termina por desenmascarar la estrategia falaz.
Lo que sucede en España desde las elecciones andaluzas refleja muy bien esa renuncia al disimulo que ahora sigue una parte de la derecha, y el exhibicionismo machista del que presume la otra.
Y nada es casual. La situación es simple, tan obvia que a veces pasa desapercibida entre circunstancias ocasionales que sirven para justificar sus postulados y acciones del momento, cuando en verdad esos argumentos tan solo son la excusa ad hoc para defender sus ideas, valores, creencias, costumbres, tradiciones… que imponen al resto desde la raíz de su modelo de sociedad.
El razonamiento es muy sencillo: la derecha es conservadora, y el conservadurismo se basa en la perpetuación de su modelo y orden social, el cual está construido sobre una cultura levantada por lo que los hombres han considerado y decidido desde su posición, otorgándose a sí mismos el poder y la capacidad para gestionarlo. Por lo tanto, el conservadurismo supone la continuidad del modelo patriarcal y su ejercicio práctico a través del machismo radical que está en su origen.
La sintonía del conservadurismo con el machismo va de la raíz a las ramas más altas
Lo hemos visto en esta escenificación de la “calle es mía” que intentaron el pasado domingo en Colón (Madrid), cuando parte de las reivindicaciones de la manifestación eran ataques directos contra las “feminazis”, es decir, contra las personas que buscan la Igualdad, un Derecho Humano incompatible con su modelo jerarquizado de poder androcéntrico. Todo ello demuestra que la sintonía del conservadurismo con el machismo va de la raíz a las ramas más altas, y que su estrategia basada en la mentira es la misma.
El machismo es una mentira que presenta la construcción androcéntrica como si se tratara del orden natural para hacer de sus planteamientos normalidad, y así justificar el abuso que ejercen los hombres. Y el conservadurismo recurre a la mentira para defender esas posiciones inciertas, como ha sucedido al convocar la manifestación a partir de una serie de razones falsas, que han quedado en evidencia en la lectura de un manifiesto lleno de falacias.
Pero no es un error, a ellos les dan lo mismo las críticas ajenas, al final sus medios seguirán reproduciendo el mensaje y los argumentos sin la más mínima ética profesional, y las redes sociales los amplificarán y elevarán a verdad absoluta.
De lo que se trata es de mantener el poder, no sólo de conseguir el Gobierno para gestionarlo de forma directa desde él, lo importante es que su modelo de sociedad continúe bajo la referencia conservadora del machismo. Por eso resulta paradójico que esta derecha reivindique la “unidad de España” sobre la referencia del territorio, y que para ello rompa la unidad de España en la convivencia al enfrentar y dividir a la sociedad; otorgándose, además, la superioridad moral, tal y como expresaban las palabras de uno de los representantes de Vox al decir que allí estaban las “personas de bien”.
Toda esta escenificación demuestra la presencia de un machismo radical bajo la idea de que hay personas que por su condición son superiores, y que el territorio es una especie de cortijo en el que desarrollar su poder sometiendo a las personas que consideran inferiores y que “no son de bien”, de lo contrario no generarían un dilema entre territorio y convivencia, puesto que los dos elementos son compatibles y necesarios.
El repliegue ultraconservador y “ultramachista” que vivimos busca defender sus valores y modelo de sociedad, no desarrollar una determinada política económica, sanitaria, laboral o medioambiental, eso es secundario. No debemos confundirnos ni caer en sus trampas, cuando no había “conflicto territorial” había ultraderecha, cuando no existían problemas con la inmigración había ultraderecha, cuando no se planteaban políticas de Igualdad había ultraderecha… Aunque estuviera callada y disimulando, porque lo ultra sólo es la flor de lo radical cuando las raíces beben en el machismo.
Por eso, el elemento esencial en toda esta reacción se dirige contra la Igualdad que viene de la mano del feminismo, y que sí ha conseguido transformar la realidad, con mayor o menor intensidad, en cualquier lugar, de ahí su beligerancia contra estas políticas y personas. El objetivo de la derecha ultramachista es volver a situar lo ejemplar en el modelo cultural patriarcal con la figura del hombre, su hombre, como referencia absoluta en lo formal y en lo funcional. Lo demás es circunstancial.
Ya lo dije hace tiempo, la diferencia entre los partidos conservadores y progresistas no está en el número de machistas que hay entre sus filas, en eso las diferencias no son tan significativas, sino en el número de feministas. Aunque ahora también hay que considerar el machismo radical como eje de una parte de las políticas conservadoras.
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