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‘New Horizons’ sobrevuela Ultima Thule

La sonda de la Nasa envía las primeras señales e imágenes del pequeño planeta más allá de Plutón

Recreación artística de un posible aspecto de Ultima Thule. En vídeo, declaraciones de los científicos jefes de la misión.
Rafael Clemente

La sonda de la Nasa New Horizons ha sobrevolado esta madrugada (a las 5.33 de este martes, hora española) el cuerpo celeste más distante jamás estudiado, Ultima Thule. "¡Vamos New Horizons¡", ha exclamado pasada la medianoche de Estados Unidos el científico jefe de la misión Alan Stern ante la alegría de las personas que han seguido este hito en el Laboratorio John Hopkins de Física Aplicada en Maryland. Unas 10 horas después, la nave ha enviado sus primeras señales. Estas suponen la confirmación de que la sonda ha respondido a todas las demandas de actuación de la base en la Tierra. Los mensajes de la sonda han sido recogidos también por la estación madrileña de Robledo de Chavela, una de las tres estaciones de la Nasa para investigar la Red del Espacio Profundo.

Ultima Thule se encuentra a 6.400 millones de kilómetros de la Tierra. "Nunca antes una nave exploró algo tan lejano", ha dicho Stern. La cámara de la sonda, que sobrevuela el cuerpo celeste a 3.500 kilómetros, ha comenzado a recoger imágenes, pero estas tardarán en llegar por la enorme distancia. "Ahora, a esperar que lleguen los datos. Es cuestión de tiempo", ha dicho el subdirector del proyecto John Spencer a la agencia AFP.

Cabe la posibilidad de que Ultima Thule no sea un solo cuerpo sino dos, girando uno en torno a otro

El nombre conjura imágenes legendarias de naves vikingas atravesando las frías aguas del Atlántico norte y paisajes gélidos nunca antes conocidos: Ultima Thule. El mítico, inalcanzable territorio que marcaba el final del mundo conocido. Y para quienes crecimos leyendo las aventuras del Capitán Trueno, el reino de donde procedía Sigrid, la eterna novia del protagonista.

Allí se encuentra ahora la sonda New Horizons después de visitar, en 2015, otros mundos helados: Plutón y su satélite Caronte. En vista del éxito de esa misión y ya que la nave se encontraba en buenas condiciones y con suficiente combustible, se decidió dirigirla hacia otro objetivo aún más lejano, en este caso, uno de los cientos de miles de pequeños cuerpos que giran en el cinturón de Kuiper, más allá de la órbita de Neptuno.

Primera imagen de Ultima Thule enviada por 'New Horizons' tras su máxima aproximación. En los próximos días llegarán más fotografías de mayor resolución.
Primera imagen de Ultima Thule enviada por 'New Horizons' tras su máxima aproximación. En los próximos días llegarán más fotografías de mayor resolución.NaSA

Ultima Thule es solo un apodo, escogido por votación popular. Desde luego, suena mejor que su nombre oficial: 2014MU69. De hecho, cuando la New Horizons despegó, este pequeño planeta ni siquiera había sido descubierto. Sólo apareció gracias a un rastreo realizado mediante el telescopio Hubble, en busca de algún objetivo para sobrevolar después de pasar frente a Plutón.

Durante años, Ultima Thule no ha sido más que un diminuto punto de luz perdido entre las imágenes de otras estrellas y, sobre todo, en el ruido electrónico que contamina todas las exposiciones de imágenes de larga duración.

Probablemente  el cuerpo sea una mezcla de roca y hielo

Está muy lejos, tanto que su año dura casi trescientos años terrestres. A esa distancia, las señales de radio (a la velocidad de la luz) tardan unas seis horas en llegar a la Tierra. En la mañana de este primero de enero se prevé recibir datos y fotos de un mundo que nadie ha visto aún en detalle.

Todo lo que sabemos hoy sobre Ultima Thule es el resultado de analizar su luz. A veces, desde lugares igualmente exóticos. En julio de 2017, miembros del equipo se desplazaron a la Patagonia para seguir el paso del planeta ante una estrella remota. Cronometrando la duración del eclipse pudieron estimar su tamaño: alrededor de 30 kilómetros de diámetro.

O menos. También cabe la posibilidad de que Ultima Thule no sea un solo cuerpo sino dos, girando uno en torno a otro a muy poca distancia. En ese caso, podríamos encontrarnos con que sus respectivos diámetros no llegan a los diez kilómetros. Imaginen un par de montañas flotantes dando vueltas una alrededor de otra y tendrán una imagen bastante aproximada de lo que puede ser ese pequeño planeta.

Otro análisis realizado docenes de veces en los últimos meses es la “curva de luz”. Simplemente se trata de ver cómo varía el brillo de Ultima Thule a lo largo de los días. Eso debería dar una indicación de si posee regiones más oscuras que otras, algo así como una burda estimación de su geografía. Pero lo extraño es que apenas se han observado variaciones en esa curva.

A esas distancias, el Sol es solo una estrella muy brillante que apenas presenta disco

Se han sugerido varias explicaciones. La primera, que su eje de giro está apuntando directamente hacia nosotros, así que siempre veríamos la misma región. Es posible pero sería una extraordinaria casualidad.

Otras hipótesis apuntan a que está rodeado por una nube de polvo o hielo que difumina las variaciones de brillo. O quizás un enjambre de rocas de caras muy angulosas que reflejan la luz de forma aleatoria. Si es así, sería la primera vez que se descubre un mundo así.

Probablemente, Ultima Thule es una mezcla de roca y hielo. Aunque también se suponía eso de Plutón y la realidad mostró un planeta de geografía sorprendentemente variada: montañas, barrancos, llanuras de hielo que parecen haber migrado como un todo quizá a caballo de un océano subterráneo, enterrado a cientos de kilómetros de profundidad…

El color de Ultima Thule —al menos en parte de su superficie— es rojizo. Menos que Plutón, pero rojizo de todas formas. Y las cámaras de New Horizons tendrán que esforzarse mucho para captarlo. A esas distancias, el Sol es solo una estrella muy brillante que apenas presenta disco. Su luz es 2.000 veces menos intensa que en la Tierra. Resulta fantástico que las cámaras de a bordo sean capaces de captar algo en semejantes condiciones de noche cerrada.

¿Qué calidad cabe esperar de las fotos? Se espera apreciar detalles de unos 150 metros, con una remota posibilidad de alcanzar los 33 metros. Pero no es seguro. A solo 3.500 kilómetros de altura, la sonda pasará ante su objetivo como una exhalación. La cámara está fija en un lateral de la nave y esta no puede moverse con agilidad, así que probablemente no podrá seguirlo, tal vez alguna imagen quede movida.

En total, cámaras e instrumentos de a bordo recogerán unos siete gigabytes de información durante toda la fase de encuentro. Los almacenarán en su memoria para irlos enviando poco a poco hacia la Tierra. A esas distancias, la velocidad de transmisión es de unos 1.000 bits por segundo. Así que habrá que esperar veinte meses hasta que todo haya llegado a la Tierra. Es posible que, para entonces, el equipo de New Horizons ya tenga localizado otro objetivo más que explorar, aún más remoto que Ultima Thule.

Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ciència de Barcelona (actual CosmoCaixa). Es autor de Un pequeño paso para [un] hombre (Libros Cúpula).

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Sobre la firma

Rafael Clemente
Es ingeniero y apasionado de la divulgación científica. Especializado en temas de astronomía y exploración del cosmos, ha tenido la suerte de vivir la carrera espacial desde los tiempos del “Sputnik”. Fue fundador del Museu de la Ciència de Barcelona (hoy CosmoCaixa) y autor de cuatro libros sobre satélites artificiales y el programa Apolo.

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