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La carrera espacial, de la Biblia a los porros

Hace cincuenta años, parecía que la Unión Soviética podía ganar la carrera hasta la Luna. Hoy, su programa espacial se encuentra en dificultades

La tripulación del Apolo 8 momentos antes del lanzamiento
La tripulación del Apolo 8 momentos antes del lanzamientoNASA

Muchos pensadores sostienen que el mundo cambia a una velocidad acelerada y que nuestro tiempo es el más convulso de la historia. Pero si se vuelve la vista medio siglo atrás cuesta no considerar soporífero el presente ante la épica de entonces. Hace cincuenta años, la Unión Soviética, alentada en parte por el triunfo del Sputnik de 1957, aún creía que podía presentar una alternativa real al sistema capitalista y algunos creyeron que podía demostrarlo ganando la carrera hasta la Luna. Sin embargo, en las Navidades de 1968, ese sueño comenzó a desmoronarse a miles de kilómetros de la Tierra cuando Frank Borman, James Lovell y William Anders alcanzaron por primera vez la órbita de nuestro satélite a bordo del Apolo 8.

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Cincuenta años después, no es probable que aquellos hombres o sus rivales soviéticos hubiesen podido predecir los derroteros de la carrera espacial. Durante las siguientes décadas, con la excepción del puñado de misiones Apolo, el ser humano no superó la órbita baja de la Tierra y los rusos ni siquiera llegaron a la Luna. También han cambiado los usos y costumbres del gremio. En la Nochebuena del 68, Borman, Lovell y Anders leyeron un fragmento de la Biblia para el primer programa televisado desde el espacio. Hace unos meses, Elon Musk, la cara más conocida de la nueva carrera espacial, se fumó un porro en directo durante un programa de radio.

La caída de la URSS dejó tambaleándose el programa espacial ruso, pero la inercia lograda durante aquella etapa dorada ha mantenido a este país entre los líderes de la carrera astronáutica. Sin embargo, algunos analistas temen que la patria de Laika, Yuri Gagarin o Valentina Tereshkova esté a punto de caer en la irrelevancia. Hace pocas semanas, Rusia anunció un plan para construir una colonia en la Luna en la década de 2040. En un momento de interés renovado por el satélite, con un robot chino recién aterrizado en su cara oculta, la antigua potencia quiere mantener su estatus, pero no parece sobrada de fuerzas.

En una entrevista concedida al diario Pravda y traducida por Ars Technica, Valery Ryumin, un veterano cosmonauta que ha pasado 362 días en el espacio en las estaciones espaciales rusas Salyut-6 y Mir, cuestionaba los planes rusos para enviar astronautas a la Luna en la próxima década por falta de dinero: “Últimamente, los líderes se dedican más a vender humo que a hacer algo sustancial”. Ryumin, que ha trabajado como ingeniero en RSC Energía, una de las principales compañías aeroespaciales rusas, también consideró irrealizables los planes para construir Federation, una cápsula con la que enviar cosmonautas al espacio. “Incluso si construimos Federation, no tenemos ninguna forma de lanzarla al espacio”, afirmó. “Solo existe la constatación de que necesitamos construir una nueva nave y un nuevo cohete [para lanzarla], pero no hay nada más que palabras. Nos hemos dado una tarea, pero no medios para cumplirla”, concluía.

Hace cincuenta años, la Unión Soviética, alentada en parte por el triunfo del Sputnik de 1957, aún creía que podía presentar una alternativa real al sistema capitalista y algunos creyeron que podía demostrarlo ganando la carrera hasta la Luna

En los últimos meses, Roscosmos y el programa espacial ruso han sido noticia por dos problemas técnicos. En octubre, una nave Soyuz con dos astronautas a bordo tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia después de un fallo en el cohete con que fue lanzado. En agosto, un agujero en un módulo ruso en la Estación Espacial Internacional produjo un escape de oxígeno que algunos responsables de Roscosmos achacaron a un sabotaje por parte de astronatuas estadounidenses. Al final, los indicios apuntan a una pifia de RSC Energia que quiso ocultar su responsable, algo que ya habría sucedido en otras ocasiones.

CBC News, un medio público de Canadá, país de uno de los primeros astronautas que volarán en una Soyuz después del accidente, recordaba en un artículo reciente una auditoría del Kremlin que puede explicar algunos de los problemas financieros y de producción del programa espacial ruso. En declaraciones a la agencia RIA Novosti, el director de la Cámara de Cuentas de Rusia, aseguraba que tienen “grandes problemas con Roscosmos”. “Se han robado varios miles de millones de rublos [decenas de millones de euros] y hay una investigación en marcha”. En total, hay más de 200 personas involucradas en diversas pesquisas, que incluyen la venta de productos de baja calidad. El mayor de los delitos investigados es una presunta malversación de 152 millones de dólares en el proyecto de construcción del cosmódromo de Vostochny, en el extremo oriental del país.

Medio siglo después del comienzo del fin de la carrera espacial, el regreso a la Luna no cuenta con el mismo interés simbólico que tenía en los sesenta y alcanzar Marte requeriría una inversión descomunal que sitúa la hazaña en un futuro más bien nebuloso. En este nuevo panorama, los encargados de reconstruir el relato épico pueden hacerlo desde trincheras con nombres parecidos a los de entonces pero que muestran todo lo que ha cambiado el mundo desde 1968. En el bando capitalista, junto a la NASA, vencedora de la primera carrera espacial, compiten otros triunfadores de la nueva economía como Jeff Bezos, fundador de Amazon, o Elon Musk, creador de PayPal. Desde el comunismo, China, su mutación más exitosa, donde hace 50 años la revolución cultural mantenía cerradas las universidades y paralizó el desarrollo tecnológico.

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