Los Hannover se pelean por la venta del castillo de Marienburg
Ernesto de Hannover se opone a que su hijo mayor, el príncipe Ernesto Augusto, ceda la propiedad familiar al estado de Baja Sajonia
Cuando el príncipe Ernesto Augusto de Hannover Jr. anunció, a comienzos de diciembre, que había decidido vender el opulento castillo de Marienburg al estado de Baja Sajonia, la prensa del corazón se hizo eco del evento, especuló con la riqueza del príncipe y echó de menos un comentario de su padre, Ernesto Augusto de Hannover, quien le había regalado el palacio a su hijo en 2004.
La venta de dicho palacio fue negociada durante siete largos años por el heredero de la casa Güelfa, de 35 años, pero ahora, cuando todo estaba preparado para la firma de compraventa por la simbólica suma de un euro, el gobierno regional de Baja Sajonia ha recibido una carta firmada por el príncipe Ernesto de Hannover senior que ha paralizado todo el proceso.
El todavía esposo de Carolina de Monaco, de 64 años, exige en dicha carta la restitución del castillo, alega que su venta es “ilegal e indigna” y acusa a su hijo de haber cometido un acto de “gran ingratitud”, al ceder la residencia oficial de la Casa Güelfa al estado de Baja Sajonia. El príncipe amenaza, incluso, con llevar ante la justicia a su hijo, si insiste en vender el castillo.
Según la revista Bunte, que ha tenido acceso a la nueva batalla que libran padre e hijo, el gobierno regional de Baja Sajonia, representado por el ministro de Educación del Land, Björn Thümler (CDU), se ha visto obligado a detener le proceso legal de compra venta y está a la espera de que el conflicto en el seno de la familia más noble y antigua de Alemania se solucione.
“Desde el entorno de Ernesto Augusto Jr, se señala que el príncipe heredero parte del hecho de que la venta se llevará a cabo, a pesar de las protestas de su padre”, señala la revista Bunte en su último número. “El padre, por el contrario, está completamente decidido a impedir la venta y amenaza con una demanda. Esto podría llevar más tiempo, ya que el todavía jefe de la casa Güelfa se encuentra nuevamente internado en una clínica en Austria”, añade la revista. La portavoz del gobierno regional Anke Pörksen, por su parte, admitió que el Gobierno tenía que esperar a cómo se resolverá la disputa dentro de la familia.
“Ya no podía seguir haciéndome cargo de los gastos”, dijo el príncipe casi con humildad al aceptar que la conservación de la gran residencia, que cuenta con 135 habitaciones, estaba acabando con su riqueza personal. El joven había iniciado hace siete años las negociaciones con las autoridades de Hannover, pero sus problemas financieros los heredó cuando su padre, el príncipe Ernesto Augusto, le transfirió el patrimonio familiar en 2004.
Ya en 2005 el joven se había visto obligado a subastar tesoros artísticos del palacio, una medida que le reportó 44 millones de euros. Con el dinero, el príncipe pagó viejas deudas y renovó una torre que estaba cayéndose a pedazos. El joven también puso en marcha programas culturales con lo que logró atraer a más de 200.000 visitantes cada año, pero el éxito no había logrado impedir que el majestuoso palacio siguiera deteriorándose.
El joven no contaba con la reacción de su padre, que ya había protagonizado una amarga disputa familiar cuando se opuso a su boda con la diseñadora rusa Ekaterina Malysheva, de 30 años. Cuando se anunció el enlace, quien sigue siendo marido de Carlolina de Mónaco y padre del actual jefe de la Casa Güelfa anunció que se oponía al matrimonio de su hijo y, además de señalar que no daría su consentimiento al enlace, el príncipe anunció que iniciaría acciones legales para recuperar todos los regalos que le había hecho a su primogénito en 2004, entre ellos el castillo de Marienburg y decenas de propiedades repartidas en Alemania y Austria.
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