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Me excita lo que a ti te da asco

Cuando en la cama te gustan, literalmente, las guarradas

La pornografía japonesa utiliza escenas exageradas y escatológicas.
La pornografía japonesa utiliza escenas exageradas y escatológicas.Ed Gottschalk (wikimedia)

El hentai, la pornografía japonesa animada, abusa mucho de todas estas muestras sexuales en las que los fluidos, literalmente, fluyen por los protagonistas. Pero no es solo imaginación. Hay personas que se excitan de este modo.

Fue Miguel Vagalume, activista de las identidades, prácticas sexuales y relaciones no convencionales, responsable de Golfxs con principios, ¡cómo no!, el que me abrió las puertas de la salofilia, entendiendo como tal la parafilia por experimentar con todos los fluidos de tu pareja. Imaginen la amplitud del espectro amatorio. Desde la saliva hasta las heces, pasando por el sudor y fluidos varios. Tela. No es necesario excitarse con todos, con uno basta. Semejantes escenas solo se encuentran en la pornografía menos convencional, eso que llamamos pornografía alternativa o en la pornografía animada japonesa en la que sus voluptuosas mujeres de exagerados ojos vidriosos disfrutan y gozan de todos los fluidos corporales con los que se empapan. Las eyaculaciones parecen no tener fin, la orina aparece cuando menos te la esperas y la sexualidad avanza por caminos poco convencionales que hacen que unos se sientan atraídos por estas prácticas y otros huyan espantados solo imaginándolo. "Cuando existen gustos fuera de lo habitual —filias— lo primero es aceptar quién quieres ser y qué quieres en la vida sexual. Desgraciadamente vivimos en una sociedad marcada por la norma y cuando alguien o alguna conducta se sale de ella se crítica, juzga y se señala desde el pecado. Una estrategia es no revelar a ciertas personas cuáles son los gustos personales por el simple hecho de que no todas las personas son empáticas ni respetan las diferencias de quien tiene enfrente." Claudia Kösler, psicosexóloga, cree que hay que hacer un buen trabajo personal de identidad, autoestima y amor propio para frenar los ataques de otras personas cuando tu sexualidad se sale de los parámetros establecidos.

A Sergio le excita la saliva. Hasta límites insospechados. E intenta que esté presente en los juegos amatorios que tiene con sus parejas. Reconoce que a veces se queda ensimismado mirando una boca no por lo magnífica y bonita que sea, sino por imaginarla recubierta de babas y saliva: "Quedamos después de habernos comunicado de todas las maneras posibles. Nos habíamos dicho auténticas cerdadas, lo que no calibró es que fuera cierto lo de que yo quería follarle la boca hasta que vomitara. Pensó que era una exageración cuando era un repaso pormenorizado de qué era lo que más me excita". Sergio siente predilección por el instante exacto en el que sucede la arcada; lo suyo tiene nombre: emetofilia, pero difícil puesta en escena: "No me queda otra que explicar muy bien que me excita la saliva, guarrear con ella, lamer y dejar regueros, volver a lamer. A veces piensan que hablo de una manera retórica. Y no. Me gustan las arcadas y también el vómito, sobre todo provocados por una felación como si estuviéramos comprobando cuánto tiene de garganta profunda mi amante". A Sergio, una simple arcada lo pone cachondo. Pensemos que de la inocente saliva podemos pasar a palabras mayores y lo escatológico y lo sexual no siempre se manejan cómodamente.

La lluvia dorada, por ejemplo.

La meada de Bom (Alaska) fue el primer contacto con la lluvia dorada de toda una generación

El primero al que se le conoce tal práctica es a Zeus, quien, según la mitología griega, para seducir a Dánae, presa en una jaula inaccesible, se transformó en lluvia dorada y la embarazó. El nombre técnico es urolagnia, fetichismo en el que la orina se convierte en un bien preciado, tanto como para reportar placer por sí solo. El sumun es el undinismo, la urolagnia practicada en una relación de sumisión y dominación en la que la persona que orina obliga a beberse esa orina. Por supuesto, a ello ha accedido la persona sumisa. Hay que ser Pedro Almodóvar para introducirlo en tu primera película comercial y salir indemne.

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A quien le guste o busque estas sexualidades lo tiene un poco más difícil para encontrar una pareja con quien llegar a sus mejores cotas de excitación. Para Kösler es indispensable compartir con la pareja los gustos sexuales por muy estridentes, diferentes o especiales que sean; si no, la cabra terminará tirando al monte: "Cuando se tiene pareja lo ideal es antes de embarcarse en una relación duradera ir expresando los gustos. Si no, podría crearse una doble vida por no reconocer y aceptar estas filias. En consulta me encuentro muchos casos de personas que no quieren contar su vida sexual real y mantienen dobles vidas. Lo complicado es mantenerlo a largo plazo porque más tarde o más temprano la pareja se acabará enterando. Aquí surgen rupturas o procesos de letargo en los que la pareja que ha sufrido la infidelidad sexual necesita un tiempo de asimilación y reflexión para ver qué siguiente paso dar." Cuentan que Tyrone Power y Charles Laughton eran aficionados a la coprofagia (defecar, ver cómo lo hace tu pareja o comer esos excrementos). Al parecer, un par de biografías señalan la existencia de un hombre de confianza encargado de encontrarles a las personas que saciaran sus difíciles gustos sexuales. Si ya se juzga cualquier sexualidad por modosita que sea, imaginen si el hombre de sus sueños les viene con que quiere mearlos en la cama (y no metafóricamente). Aunque no lo crean también tiene su técnica. Se recomienda practicarlo en la ducha y miccionar antes y después de regar a tu amante. Es decir, disfrutar con el orín intermedio, menos proclive a transmitir infecciones.

Hasta las prácticas sexuales que nos parecen más extravagantes tienen su propia metodología. Todo es que nos informemos lo suficiente para, si las practicamos, disfrutarlas.

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