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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Meta a un refugiado en su casa

Así se da la vuelta a un típico comentario racista para denunciar los obstáculos que encuentran las personas refugiadas a la hora de alquilar una vivienda

Un varón senegalés permanece sentado en la cubierta del pesquero español Nuestra Madre de Loreto, cuyos tripulantes rescataron a 12 migrantes como él que navegaban a la deriva en el Mediterráneo, a finales de noviembre de 2018. Han permanecido a la espera varios días en el mar porque ningún país quería autorizar su desembarco. Al final, los ha admitido Malta, pero serán acogidos en España.
Un varón senegalés permanece sentado en la cubierta del pesquero español Nuestra Madre de Loreto, cuyos tripulantes rescataron a 12 migrantes como él que navegaban a la deriva en el Mediterráneo, a finales de noviembre de 2018. Han permanecido a la espera varios días en el mar porque ningún país quería autorizar su desembarco. Al final, los ha admitido Malta, pero serán acogidos en España. Javier Fergo
Lola Hierro

Es darse un paseo por las redes sociales o por una conversación de cuñados y leer o escuchar la manida frase "mételos en tu casa". El remitente, una persona que no quiere migrantes ni refugiados en su país porque no el sistema (sic) no da más de sí. El destinatario, otra persona que defiende que hay que permitir su entrada. Esta frase da para muchas reflexiones y contestaciones que no siempre acaban en buenas palabras. Pero ahora ha sido utilizada, por una vez, para algo positivo.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha dado la vuelta a la tortilla y utiliza esa provocación para denunciar los obstáculos a los que se enfrenta el colectivo de refugiados y solicitantes de asilo cuando quieren alquilar una vivienda. "Mételos en tu casa" no llama a que los ciudadanos españoles ejerzan la caridad y hagan un hueco en el hogar a una familia iraquí, por ejemplo. No habla de solidaridad, sino de derechos y de igualdad de oportunidades, porque a quienes CEAR está llamando la atención es a los propietarios de pisos en alquiler. Sí, a ustedes que tienen una casa vacía y anunciada en una página web o en una inmobiliaria y andan buscando al inquilino perfecto.

Esta es una campaña pensada al hilo de la ola de solidaridad ciudadana que surgió tras el aumento de las llegadas de solicitantes de asilo y refugio a España. "Es un llamamiento a quienes dicen que quieren ayudar pero no saben cómo: esta es una posibilidad de poner tu grano de arena", afirma Raquel Santos, coordinadora estatal del área de inclusión de CEAR. "Llevamos tiempo pasando dificultades para apoyar a las personas que salen de los centros de acogida como solicitantes de asilo y tienen que dar el paso a una vida autónoma. En el caso de personas solas en viviendas compartidas es muy complicado, pero con familias y familias numerosas es casi imposible.

Entre otros problemas, las personas migrantes y refugiadas sufren un trato desfavorable. A priori, se puede argumentar que los obstáculos son los mismos que encuentran los españoles: escasez de oferta por la invasión del alquiler vacacional, precios elevadísimos y requisitos imposibles (véase presentar depósitos del equivalente a seis meses de renta, por ejemplo). En el caso de las personas migrantes y solicitantes de asilo, entra en escena la discriminación y el racismo, según Santos. "Muchas personas en este país son racistas y, ante eso, no hay nada que hacer".

La búsqueda de un hogar se ha convertido en una competición absoluta y los solicitantes de asilo van cuatro pasos por detrás del resto

Por otra parte, hablamos de un colectivo que, en numerosos casos, no llevan ni seis meses en España, así que no pueden presentar un aval ni un contrato laboral. "Están en ese punto de búsqueda de empleo, pero sí que tienen respaldo económico", explica Santos. "No estamos pidiendo que sea un alquiler gratis". Las barreras del idioma son una tercera dificultad, y la cuarta es el desconocimiento generalizado entre los españoles de la documentación que poseen los solicitantes de asilo. "La mayoría de la sociedad no conoce la tarjeta roja que se concede como documento de identidad, y esto genera mucha incertidumbre en el propietario de la vivienda. Si no la conoces, puedes pensar que esa persona no está residiendo de forma legal", abunda la experta de CEAR. "Esta campaña es también para dar a conocer esto: es un documento perfectamente válido y legal que les autoriza a residir y trabajar".

Más allá de ideas preconcebidas, sí que se puede alquilar una vivienda a una persona refugiada en las mismas condiciones que a otra porque, como dice Santos, están autorizados a permanecer en España desde que su solicitud de asilo es admitida. También disponen de un permiso de trabajo que obtienen después de haber pasado un periodo de seis meses en un centro de acogida, reciben ayudas para el acceso a la vivienda y para cubrir sus necesidades básicas y, por último, CEAR recuerda que ellos y otras organizaciones trabajan cerca de ellos para apoyar y asesorar.

Una ayuda pionera

E. P.

Esta semana también se ha presentado en España un proyecto piloto para que particulares, empresas y ONG se impliquen más en la acogida a refugiados. La iniciativa ha sido acordada entre la secretaria de Estado de Migraciones, Consuelo Rumí, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, y el Gobierno vasco.

El llamado Patrocinio Comunitario para la Acogida e Integración de Personas Refugiadas se dirige inicialmente a las familias que vayan a ser acogidas en España en el marco de los Programas Nacionales de Reasentamiento, y previsiblemente se pondrá en marcha en 2019 con las personas ya seleccionadas en las misiones realizadas en Turquía y Jordania.

España se convierte así, junto al Gobierno de Canadá, en uno de los países pioneros que promueve este modelo de acogida tras haberse sumado el pasado 16 de julio a la Declaración de Londres ( con Argentina, Canadá, Nueva Zelanda y Reino Unido) y a la labor canadiense.

Los Programas de Patrocinio Comunitario complementarán el sistema estatal de acogida permitiendo a individuos, grupos u organizaciones comprometerse a prestar apoyo financiero, emocional y de integración a las personas recién llegadas para facilitar su inclusión en un nuevo país y una nueva comunidad.

"Desde CEAR no actuamos como avalistas", puntualiza Santos. "Lo que sí que hacemos es acompañarles en todo el proceso de búsqueda e informamos a los propietarios de las ayudas que el interesado tiene concedidas; sí o sí aseguramos esa ayuda durante el tiempo que la persona tiene autorizado". La ayuda a la que se refiere Santos es una retribución mensual contemplada en el actual sistema de asilo durante un tiempo máximo de 24 meses, y se otorga para cubrir necesidades básicas, entre ellas el alquiler. La duración depende del tiempo que haya estado en un centro de acogida, de si es una persona sola o una familia, de si encuentran trabajo o no durante el proceso.

Si bien es cierto que la búsqueda de un hogar se ha convertido en una competición absoluta, también lo es que los solicitantes de asilo van cuatro pasos por detrás del resto: "Lo único que estamos pidiendo es que se les dé una oportunidad, que al menos se les considere como candidatos teniendo en cuenta que están partiendo de cero, pero que van a cumplir con sus obligaciones igual que cualquier otro inquilino", solicita la coordinadora de CEAR. Así pues, cuando toque a su puerta una persona solicitante con tarjeta roja, al menos denles la posibilidad de ser valorados como candidatos más allá de los prejuicios.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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