Tres colores inspirados en el vino para el lugar donde dejarse ver en Barcelona
Beige, verde cepa y rosa tiñen con un efecto 'colorblock' las paredes de Orvay, un local que rinde un estiloso homenaje a los placeres derivados de la uva
El interior de Orvay, vinoteca de moda situada en la Rambla del Born, podría parecer un ejercicio de cromoterapia decorativa, pero (afortunadamente) tiene una explcación más sencilla. Los diseñadores encargados de la reforma, el tándem formado por Isern Serra y Sylvain Carlet, lo detallan así: “La idea es descubrir los vinos que hay en la carta a través de estos tres espacios que son una metáfora de tres conceptos: la tierra, corresponde al primer espacio en beige; el segundo, verde, hace referencia al viñedo; y el tercero tiene el color de la uva en rosado”, nos cuenta Isern Serra.
Orvay se codea con la basílica de Santa María del Mar, con la que comparte estilo arquitectónico, ya que aún mantiene algún vestigio de su pasado medieval. De aquella época es el gran arco de piedra, ocupado ahora por un enorme espejo, y el pasaje colindante al que se abre uno de sus grandes ventanales.
En su interior, las paredes se presentan desnudas. Se eliminó el revestimiento del techo y se ha dejado la piedra de la pared a la vista. Los tres colores mencionados dividen el espacio generando distintos ambientes: el primero, abierto al exterior donde se encuentra la barra; el intermedio, más íntimo, cuenta con mesas bajas y un banco corrido; el último es un reservado para grupos con una gran mesa comunal. El mobiliario, salvo las sillas y los taburetes, ha sido creado por Serra y Carlet en materiales nobles. “El roble con el que se hacen las barricas y el hierro negro que es un material puro, honesto, muy usado para hacer las bodegas y las barricas. También hemos usado el mármol blanco país, un material muy tradicional. Había una intención de recuperar estos elementos tradicionales, pero se eligieron más por el concepto del color”, precisa Serra.
Con el mármol han creado unas mesas altas esculturales y robustas en un homenaje a las columnas clásicas, en cambio, en las mesas bajas, la piedra se apoya sobre una estructura metálica ligera. Al fondo, la mesa comunal parece elevarse del suelo en un trampantojo que replica la trama de la tarima punta Hungría. Como asiento, los taburetes Afternoon de Menu, metálicos y ligeros, y las sillas Resuld como de pupitre en madera, diseñadas por Friso Kramer y Wim Rietveld.
Las formas redondeadas de este decorado de aire minimalista producen una sensación acogedora. A una mirada un poco observadora, le salta a la vista un motivo que se repite: el círculo. Y es que todos los contenedores del vino, desde la barrica donde se deja envejecer hasta la boca de la copa de vino, son redondos. “Nos gustaba transmitir esta connotación circular en las mesas, el espejo, el círculo de luz...”, apunta. De ahí, el doble espejo gigante, la lámpara redonda del reservado o los ojos de buey en la puerta que da paso a la cocina.
La luz tenía un papel esencial, cambia de forma sutil para crear una atmósfera distinta del día a la noche. “Queríamos hacer corpórea la luz. Las linestras, que son líneas, el círculo de neón, o la lámpara de [Michael] Anastassiades, que es una esfera, son formas muy primarias. Es la manera formal de enseñar la luz y nos gustaba”, cuenta Serra.
Orvay debe su nombre al apellido de su propietario -Vicente Orvay-, muy típico de Ibiza, como lo son algunas referencias de esta vinoteca. “Nos gustaba que el nombre tuviera la connotación de ir a su casa”, señala Serra.
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