Cómo no destruir con una mano lo que se construye con la otra
El Índice de Compromiso con el Desarrollo calibra un año más siete políticas públicas de los países más ricos
La ayuda al desarrollo constituye a menudo el indicador de referencia del compromiso de los países más ricos con las regiones pobres del planeta. La realidad, sin embargo, es que el impacto de estos fondos palidece cuando se compara con otros ámbitos en los que el comportamiento de una nación individual afecta al conjunto. Piensen en un ejemplo reciente: España podría decidir mañana –que no lo ha hecho– multiplicar por tres su ayuda humanitaria al pueblo yemení. Pero, si les preguntasen a los destinatarios, es posible que muchos prefiriesen que nuestro país se quede con la pasta y congele a cambio la venta de armas a sus verdugos. Sería difícil reprochárselo.
En el campo del desarrollo, la habilidad para no destruir con una mano lo que se construye con la otra recibe el nombre de coherencia de políticas. Pero la simplicidad del concepto esconde la dificultad endiablada de medirlo. Es fácil saber si un donante está cerca o lejos del 0,7%, pero ¿cómo podemos calibrar la influencia de políticas tan complejas como las que afectan al comercio, la tecnología, el medioambiente, por citar solo algunas?
Esto es exactamente lo que trata de hacer cada año el think tank estadounidense Centre for Global Development. Su Commitment to Development Index (Índice de Compromiso con el Desarrollo o CDI) radiografía el comportamiento de 27 países ricos, combinando siete políticas públicas: ayuda, finanzas, tecnología, medioambiente, comercio, seguridad y migraciones. El resultado es un indicador combinado que permite medir el verdadero interés de un Estado por hacer lo correcto con respecto a los países en desarrollo.
Pueden encontrar toda la información (narrativa, gráfica y datos) en el espacio del CDI. Estos son algunos de los titulares que ofrece la edición de este año:
- Tres países nórdicos (Suecia, Dinamarca y Finlandia) encabezan la clasificación, seguidos de Alemania y Luxemburgo. Estos países son fuertes en casi cada una de las variables elegidas.
- El furgón de cola está formado por sospechosos habituales de tamaño diverso, como Grecia y Estados Unidos. Pero llama la atención encontrarse ahí a Japón (puesto 24 de 27), lastrado por su comportamiento en seguridad, medioambiente y finanzas.
- España se encuentra en la mitad de la tabla (puesto 16), por debajo de Italia y Australia, pero por encima de Canadá, tres de nuestros socios comparables. Nuestro país patina claramente en el indicador de la ayuda al desarrollo (penúltimos), pero está entre los cinco primeros en finanzas (que mide transparencia y esfuerzo inversor) y medioambiente (clima, pesca, biodiversidad y ecosistemas). La tendencia de los últimos años es variable y poco entusiasmante (ver gráfico adjunto). Pueden encontrar un análisis más detallado del caso español en la entrada que publicó en este blog el equipo de CIECODE.
Con todos los matices que se puedan hacer a su metodología, el CDI constituye un recurso de análisis infinitamente más sofisticado que los que estamos acostumbrados a manejar en el debate público y político de nuestro país. Nuestras instituciones, academia y sociedad civil harían bien en incorporarlo a su caja de herramientas, sobre todo ahora que estamos en pleno debate sobre la aplicación de la Agenda 2030 en nuestro país.
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