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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Salvini suspende

Desgraciadamente, lo que constituye una seria preocupación en el continente sirve perfectamente a los intereses cortoplacistas del líder de la Liga

El ministro del Interior italiano y líder de la Liga, Matteo Salvini, en Mezzocorona (Italia), el pasado 19 de octubre.
El ministro del Interior italiano y líder de la Liga, Matteo Salvini, en Mezzocorona (Italia), el pasado 19 de octubre. Daniel Mosna (AP)

La pugna del Gobierno italiano con la Unión Europea, después de que esta haya rechazado los presupuestos presentados —tal y como es su obligación— por el Ejecutivo controlado por su vicepresidente, Matteo Salvini, va mucho más allá de una cuestión meramente económica o de un normal disenso político. Lo que se está produciendo es un desafío populista en toda regla por parte del Ejecutivo que controla la cuarta economía de la UE contra una manera leal y consensuada de concebir las relaciones entre países socios que participan en el mayor y más exitoso proyecto de integración de la historia.

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Al rechazar los presupuestos del Gobierno de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), la Comisión Europea está aplicando las reglas comunes aprobadas por todos, incluida Italia. Bruselas no ha aceptado un plan que alcanza el 2,4% del déficit y triplica el gasto ejecutado en el presupuesto del anterior Gobierno de Roma. La Comisión entiende, con fundamento, que el presupuesto italiano, tal como está concebido y sin acuerdo, supone un riesgo para la estabilidad financiera europea, debido al excesivo endeudamiento del país. Salvini y Luigi Di Maio, el líder del M5S y también vicepresidente de un Gobierno donde el presidente es un hombre de paja, presentan su fracaso como una agresión de la Unión contra el pueblo de Italia; en realidad, la Comisión obra con prudencia, en el marco económico pactado, porque Italia se asoma peligrosamente a un abismo de 85.000 millones de euros de deuda, solo con la reforma de las pensiones contemplada en las cuentas rechazadas.

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Desgraciadamente, lo que constituye una seria preocupación en el continente sirve perfectamente a los intereses cortoplacistas de Salvini. La negativa de Bruselas se ajusta como un guante al discurso victimista y demagógico del líder de la Liga, para quien lo único importante es subir en las encuestas y afianzar su posición personal. Italia ya es el país más euroescéptico. Apenas un 44% de su población votaría a favor de permanecer en la UE, según el Eurobarómetro.

Inmersos en el traumático proceso del Brexit y con varios países del este, como Polonia y Hungría, realizando peligrosas maniobras legislativas con el ordenamiento democrático, cabría esperar del Gobierno de uno de los pilares de la UE un comportamiento si no ejemplar, sí por lo menos responsable y que defendiera sus planteamientos políticos asumiendo y cumpliendo los compromisos adquiridos históricamente por sus antecesores.

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