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Una ginecóloga contra la prueba de los dos dedos

Tamana Asey asesora a abogados, fiscales, médicos y familias en Afganistán sobre la injusticia e inutilidad del test de la virginidad, que aún se practica en 20 países y que muchas mujeres definen como "tortura"

Una niña afgana intenta ver a través de su burka.
Una niña afgana intenta ver a través de su burka.Anja Niedringhaus (AP)
Patricia Peiró
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Desnudarte de cintura para abajo frente a un montón de desconocidos, que te hurguen en la entrepierna y con solo tres palabras decidan tu destino. En Afganistán muchas mujeres siguen teniendo que pasar por la humillante prueba de la virginidad. En muchos casos cuando aún son niñas. En una sala atestada de médicos, enfermeras y matronas, varios doctores analizan la forma y el tamaño de su himen y en base a la morfología, los profesionales dictaminarán si ha mantenido relaciones sexuales o no. Unos minutos eternos en los que ellos dan su opinión y debaten frente a una muchacha medio desnuda. Si deciden que no es virgen, la chica está condenada al ostracismo, el rechazo de su esposo o futuro marido, el estigma social e incluso la cárcel, si es sospechosa de adulterio.

La ginecóloga y obstetra Tamana Asey (Kabul, 1992) fue testigo de algunas de estas pruebas hasta que se hartó. "He visto a un médico decir: 'Nunca he visto esta forma, así que no puede ser virgen'. Ella lloraba desconsolada mientras la madre gritaba nerviosa que cómo era posible, que ni siquiera había dejado a su hija salir de casa para ir a la escuela". Asey combate con ciencia esta práctica, que se sigue permitiendo en muchas zonas de Afganistán y en otros países.

"Primero realizamos un estudio que demostró que el 90% de los casos analizados de mujeres en la cárcel lo estaban por un delito de honor relacionado con esta prueba, y después elaboramos una guía práctica sobre por qué es inválida médicamente". Con estas armas, asesora a abogados, jueces, fiscales, líderes de la comunidad, familias y activistas para conseguir erradicar esta especie de prueba del pañuelo de una vez por todas.

Asey, durante su intervención en el One Young World.
Asey, durante su intervención en el One Young World.Organización

Hace solo unos meses se logró que estas pruebas solo estén permitidas legalmente con una orden judicial, pero la realidad es que en muchas zonas rurales se sigue realizando sin ella. Afganistán sigue siendo uno de los países con la tasa de matrimonio infantil más altas, el 35% de las niñas se casan antes de los 18 años, según los últimos datos de Unicef y casi una décima parte de las adolescentes afganas (de 15 a 19 años) dan a luz cada año como consecuencia del matrimonio prematuro y la falta de acceso a información y servicios de salud reproductiva.

Asey pertenece a la asociación Physicians for Human Rights (Médicos por los Derechos Humanos), una agrupación mundial de profesionales sanitarios fundada en Boston en 1986, y a la Organización de Ciencias Forenses de su país. "Nuestro objetivo es que esta práctica, que no tiene ninguna base científica, legal ni humanitaria, desaparezca", asevera la especialista que ha participado en el encuentro de jóvenes líderes mundiales One Young World, celebrado en La Haya (Holanda) a mediados de octubre.

La OMS ya exigió el fin de esta práctica hace cuatro años y el pasado 17 de octubre varias agencias de la ONU (Mujeres, de nuevo la OMS y la de Derechos Humanos) reclamaron la prohibición de estos exámenes por completo. Según un comunicado hecho público en el último Congreso Mundial de Ginecología y Obstetricia celebrado en Río de Janeiro: “Dado que estos procedimientos son innecesarios y potencialmente dañinos, no es ético que los médicos u otros profesionales de salud los realicen. Nunca debe llevarse a cabo". Las agencias de la ONU han constatado que esta práctica se sigue realizando en 20 países.

Normalmente es el esposo o la suegra los que solicitan la prueba, especialmente si la chica no sangra en la noche de bodas

"Hay una segunda parte, si durante el matrimonio el esposo la acusa de adulterio, los médicos comprobarán si en su vagina hay semen o no. No realizan pruebas genéticas al semen para comprobar si es del marido o no, basta con que él sostenga que no es suyo para condenarla", explica la ginecóloga. Una mujer se enfrenta a entre cinco y 15 años de prisión por crímenes de honor. "Normalmente, es el esposo o la suegra los que solicitan la prueba, especialmente si la chica no sangra en la noche de bodas. A veces, la madre de la niña la lleva antes de la boda al ginecólogo para comprobar que todo esté bien", apunta.

En 2017, dos investigadores de la universidad de Minessota y de la OMS publicaron el mayor estudio hasta la fecha sobre la utilidad de esta prueba, también conocida como "la de los dos dedos". Esta fue su conclusión: "A pesar de la falta de evidencia de utilidad médica y los daños potenciales, los profesionales de la salud en múltiples entornos continúan practicando pruebas de virginidad, incluso al evaluar la agresión sexual. Los especialistas deben estar mejor informados y deben actualizarse para reflejar el conocimiento médico actual. Los países deberían revisar sus políticas y avanzar hacia una prohibición de las pruebas de virginidad".

35 médicos forenses independientes provenientes de 18 países firmaron una declaración inédita en 2015 en la que afirmaron que estos exámenes "son intrínsecamente discriminatorios y, en casi todos los casos, cuando se realizan por la fuerza, dan como resultado un dolor y sufrimiento físico y mental significativo, lo que constituye un trato cruel, inhumano y degradante y una tortura".

Cualquier activista sabe a lo que se enfrenta por luchar por los derechos humanos en Afganistán: "Cualquier ambiente inseguro es una amenaza para un activista, nosotros tratamos un tema especialmente delicado, así que claro que sentimos miedo, pero seguiremos con ello".

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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