La dificultad de dar a luz en Afganistán
Una doctora de MSF analiza los retos materiales y culturales que afrontan las mujeres afganas
Afganistán es uno de los países donde resulta más peligroso dar a luz. Se estima que en el país se producen 396 muertes maternas por cada 100.000 nacimientos. En Australia, por ejemplo, fallecen en el parto 6 madres de cada 100.000. ¿Por qué ocurre esto?
Durante mi visita al terreno en el hospital de materno de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Jost, al sudeste del país, conocí a muchas mujeres que arrojan algo de luz sobre las complejas respuestas a esta pregunta.
Allí, dos de cada tres partos se producen en el hogar, sin ninguna matrona cualificada. En Jost veíamos con frecuencia a mujeres que habían intentado tener el bebé en casa y solo después acudían al hospital por alguna complicación, como una hemorragia posparto. Recuerdo a una mujer que había dado a luz en casa y luego comenzó a sangrar mucho. Como era de noche no podía viajar con seguridad al hospital y cuando llegó a la mañana siguiente estaba moribunda, no respondía y presentaba un pulso muy débil. Pese a recibir atención médica inmediata, falleció.
Ya hay una conciencia y muchas afganas prefieren acudir a un centro sanitario para el parto, pero llegar puede resultarles muy difícil. A menudo tienen que recorrer largas distancias, y los desplazamientos por carretera pueden ser muy peligrosos. Poco antes de mi llegada hubo un caso en el que una mujer fue alcanzada por una bomba en el camino de regreso a casa después de dar a luz. Ella y el bebé fallecieron.
En muchas zonas del paísa asiático apenas existe atención médica preventiva o prenatal, por lo que las embarazadas y sus cuidadores no siempre se dan cuenta de las señales de peligro durante la gestación y no saben cuándo deben buscar ayuda. Además, no suelen ser las que toman las que toman las decisiones. Así que incluso si piensan que necesitan atención médica, al final suelen ser el marido y su suegra quienes deciden. En muchos casos, las mujeres se ven obligadas a esperar a que un hombre las acompañe al hospital y dé su consentimiento a cualquier intervención quirúrgica o método de planificación familiar.
En obstetricia, tenemos un mantra para repasar los factores de riesgo de muerte materna: “demasiado joven, demasiado mayor, demasiados partos, demasiado seguidos”. Todos estos factores son aplicables a Afganistán.
Las mujeres afganas tienden a casarse y tener hijos jóvenes, y como se espera que conciban una gran cantidad de niños, a menudo siguen teniendo descendencia hasta pasados los 40 años. Las complicaciones suelen presentarse en los dos extremos del espectro de edad, por lo que nuestras instalaciones atienden a una gran cantidad de primerizas y a otras tantas madres mayores, que van a tener a su noveno o décimo hijo.
Además, las mujeres no suelen tener capacidad para espaciar los nacimientos. Carecen de acceso a planificación familiar, y no controlan de las decisiones en torno a su fertilidad. Los embarazos demasiado seguidos son peligrosos para la madre y el bebé, porque el cuerpo de la mujer podría no haber tenido tiempo para recuperarse y reponer los nutrientes que se pierden durante el embarazo, como por ejemplo el hierro, el calcio y el folato.
En lugares como Jost, donde existe una gran necesidad de estos servicios de maternidad, centros como el de MSF son muy respetados por la calidad de su atención. Nuestra presencia está cambiando actitudes en torno al lugar donde las mujeres dan a luz y la importancia de disponer de una matrona cualificada.
Durante mi estancia llevamos a cabo una jirga —una reunión con líderes de la comunidad— donde discutimos la idea de que para ser un hombre honorable es importante que lleven a su esposa al hospital para garantizar que tiene un parto seguro. Nos centramos en el cuidado de las mujeres con partos complicados, que requieren atención de alto nivel. En 2016 reforzamos nuestras actividades de formación para mejorar el reconocimiento de las complicaciones en toda la comunidad, incluyendo la difusión de mensajes de radio. También hemos trabajado con las clínicas privadas para asegurar que las mujeres con complicaciones se deriven a nuestro hospital.
En todos nuestros proyectos hacemos hincapié en la formación de personal médico y matronas locales
En todos nuestros proyectos hacemos hincapié en la enseñanza y formación de personal médico y matronas locales, porque el personal internacional va y viene, y son ellos quienes se quedan sobre el terreno. La falta de formación de las mujeres afganas implicaba una escasez de personal médico y obstetra femenino que pudiera cuidar de las parturientas, pese a que culturalmente muchas familias solo aceptan atención de una mujer. También se trabaja en ello.
La enorme cantidad de bebés que MSF atiende en sus cuatro servicios de maternidad en todo Afganistán nos permite generar un gran impacto. En 2016, nuestros equipos en Afganistán atendieron el parto de más de 66.000 bebés, más de 180 al día. En Jost, aproximadamente uno de cada tres bebés nacidos en la provincia fue atendido en nuestro hospital de maternidad.
Recuerdo a una mujer que asistimos, de unos 40 años, que iba a tener a su décimo hijo y presentaba placenta previa, una complicación en la que la placenta bloquea el cuello uterino. Es un tipo de paciente bastante habitual. Acudió al hospital y fue sometida a una cesárea que no solo salvó su vida y la de su bebé, sino que, obivamente, también redundó en beneficio del resto de sus hijos. Sin su madre tienen menos posibilidades de salir adelante, y es poco probable que reciban educación . Y una cesárea es una intervención a la que habría resultado muy difícil acceder si no hubiera presencia especializada sobre el terreno.
Claire Fotteringham es asesora médica de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ginecología y Obstetricia.
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