La cueva de Alberto Corazón
Hago muchísima vida en el salón. Es una cueva abierta al exterior”, comenta Alberto Corazón (Madrid, 1942). El diseñador y artista lleva apenas un año viviendo en su peculiar casa del distrito de Chamberí, en Madrid: un edificio de tres plantas construido en los años veinte para albergar una imprenta que fue abandonada en los cincuenta. “Venirme a vivir a una imprenta me pareció cosa del destino”. Los muros y las columnas son de ladrillo. Los suelos, de madera. Hay una gran estantería con libros, varios sofás y un escritorio. Entre los muebles del salón destacan piezas del diseñador, como unas mesitas de metal. En las paredes, obras de Antoni Tàpies, de Joaquín Torres García y del propio Corazón. Sobre un mueble de estilo Biedermeier cuelga el dibujo de una serpiente. Una obra original del siglo XVIII realizada en una expedición científica por América. “Me gusta crear mi ambiente, el lugar en donde realmente me siento a gusto”.
“Todo espacio necesita su tiempo, necesita ser vivido”
Corazón dedica casi todo su tiempo a pintar y escribir. Acaba de publicar un pequeño libro titulado Se está haciendo tarde (Antonio Machado). Reconoce que se encuentra más a gusto en el salón que en su estudio, en la planta baja de la casa. “Al estudio todavía no le he cogido el aire. Todo espacio necesita su tiempo, necesita ser vivido”.
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