Innovación política
Hacer de lo nuevo un mantra implica, al menos, dos riesgos: desechar todo lo viejo y saludar con ilusión cualquier novedad por el hecho de serlo


Cuando se cumplen 10 años de la quiebra de Lehman Brothers y el inicio de esa crisis que acabó descubriendo las vergüenzas y carencias de un modelo económico insostenible y depredador, y de un sistema político incapaz de hacer frente a la usura hasta el punto de negarse a sí mismo, constatamos cómo nuestras formas de hacer política dan signos de agotamiento e incapacidad para resolver los problemas. La llamada a la innovación, tan presente en ámbitos científicos o empresariales, no debe quedar al margen de la política.
En el espacio público han irrumpido actores noveles con el propósito de dar nuevas respuestas, pero no siempre de forma exitosa. Bajo el rótulo de “nueva economía” han surgido tanto iniciativas de colaboración como plataformas de explotación. Tras la homóloga denominación de “nueva política” nacen formaciones que buscan innovar tanto en la forma como en el fondo, y cuyos resultados esperamos conocer. El recién presentado Aufstehen —Levantarse—, en Alemania, lo ha hecho con un relato ya conocido: una nueva política más allá de los partidos, construida de abajo arriba, para hacer frente a la “crisis de la democracia”.
Hacer de la innovación un nuevo mantra implica, al menos, dos riesgos: desechar todo lo viejo —¿acaso no sirve nada de lo conquistado?— y saludar con ilusión cualquier novedad por el hecho de serlo —muchos lo hicieron al ver a Trump—. Es imprescindible preguntarse para qué la innovación, que no puede ser otra cosa que resolver problemas, es decir, ser útiles.
El curso que empieza es una oportunidad para la innovación política. Va a hacer falta mucha inteligencia política para conseguir que los peligros que acechan a Europa en forma de populismo de extrema derecha los consideremos como propios, mucha creatividad para presentar propuestas viables capaces de conjurar los grandes desafíos que suponen el cambio climático y la desigualdad que la crisis nos ha dejado en herencia, y una buena dosis de audacia para que las formaciones que acudan a las distintas convocatorias electorales recuperen su credibilidad con propuestas útiles y coherentes. Innovar o morir, pero sabiendo para qué. @tinamonge
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