El huevo de Picasso
¿Qué tienen en común el huevo de Colón y la paloma de Picasso?
Como vimos la semana pasada, la mayoría de los huevos de ave tienen forma ovoide, al contrario que los de los reptiles, los anfibios y los peces, que suelen ser esféricos. En este caso, parecería que la evolución ha dado un paso atrás, puesto que, a igual volumen, la esfera tiene una superficie menor que cualquier otro sólido, lo que supone un menor gasto de calcio para formar la cáscara, que además es más resistente.
Pero las aves son los únicos animales ovíparos de sangre caliente (sin contar a esa singularidad zoológica que es el ornitorrinco), y por ende los únicos que incuban sus huevos con su cuerpo (aunque, excepcionalmente, algunos reptiles también lo hacen, como la serpiente pitón), lo que implica mantenerlos juntos y hacerlos rodar. Y cuando una esfera empieza a rodar puede llegar lejos (o caerse fácilmente de un nido arbóreo), mientras que un huevo ovoide rueda en círculos y se mantiene, por tanto, en el mismo sitio. Además, a partir de un cierto tamaño y una cierta rigidez de la cáscara, un huevo esférico sería difícil de expulsar.
En cuanto al ovoide (la figura geométrica), no parece que haya una versión canónica; los requisitos son que esté formado por cuatro arcos de circunferencia: una semicircunferencia en la base, dos arcos laterales simétricos de menor curvatura y una “punta” más curvada que la base. De acuerdo con estos requisitos, podemos construir ovoides más o menos esbeltos, del mismo modo que en la naturaleza hay distintos tipos de huevo. Seguramente cada especie de ave ha acabado diseñando su huevo ideal, más alargado o más rechoncho según los casos.
El huevo y la paloma
Y hablando de huevos, nuestro “usuario destacado” Carlos Gaceo trajo a colación la famosa anécdota del huevo de Colón en su versión clásica:
Estando Cristóbal Colón a la mesa con muchos nobles españoles, uno de ellos le dijo: “Incluso si vuestra merced no hubiera encontrado las Indias, no nos habría faltado una persona que hubiese emprendido una aventura similar a la suya, aquí, en España, que es tierra pródiga en grandes hombres muy entendidos en cosmografía y literatura”. Colón no respondió a estas palabras, pero, habiendo solicitado que le trajeran un huevo, lo colocó sobre la mesa y dijo: “Señores, apuesto con cualquiera de ustedes a que no serán capaces de poner este huevo de pie como yo lo haré, desnudo y sin ayuda ninguna”. Todos lo intentaron sin éxito. Cuando el huevo volvió a Colón, este lo golpeó sutilmente contra la mesa aplastando la curvatura de su base, lo que permitió dejarlo de pie. Todos los presentes quedaron confundidos y entendieron lo que quería decirles: que después de hecha y vista la hazaña, cualquiera sabe cómo hacerla.
Se cuenta que, cinco siglos después, al ver la famosa paloma de la paz de Picasso, alguien dijo: “Eso lo puede dibujar mi hijo de seis años”, a lo que Picasso respondió: “Ahora sí”.
Al igual que la historia y el arte, la ciencia está llena de soluciones e ideas que, una vez conocidas, parecen muy sencillas. Veíamos hace poco el caso del benceno, cuya fórmula, C6H6, parecía imposible de desarrollar en forma de cadena homogénea, hasta que Kekulé comprendió (tras un sueño revelador) que tenía que ser una cadena cerrada.
¿Por qué no se puede desarrollar la fórmula del benceno en forma de cadena abierta? ¿Qué otros casos de “huevo de Colón” científico cabría mencionar?
Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellosMaldita física,Malditas matemáticasoEl gran juego. Fue guionista deLa bola de cristal.
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