Elegido para el baile
Elegante, creativo, preciso y arrollador. El autor rememora su relación con Antonio Gades, una figura que impuso un estilo que hizo escuela.
Recuerdo bien el día que, instigado por mi productor y amigo Emiliano Piedra, que quería hacer una película con Antonio Gades, acudí a una representación privada de Bodas de sangre. Entonces, dirigías el Ballet Nacional en Madrid y tuviste la amabilidad de representarla en una clase del viejo caserón de la calle de Atocha, con ventanas a la calle, barras para los ejercicios, algunas sillas desparramadas y una pared llena de espejos. Bailaban Cristina Hoyos y José Antonio. Aquel pase privado me deslumbró y decidí al momento aceptar la propuesta y llevar la obra de Lorca al cine. Fue a partir de ahí que se inició nuestra amistad y juntos y en estrecha colaboración hicimos Bodas de sangre, Carmen —en sus versiones cinematográfica y teatral— y El amor brujo.
Mi amor por el flamenco venía de lejos, y mi renovada afición por la danza, estimulada durante los años como fotógrafo de los Festivales de Música y Danza de Granada y Santander, me permitió compartir contigo tus inquietudes, hasta el punto de formar parte de tu compañía de baile, en donde todos participábamos de los beneficios en régimen de cooperativa.
Eras sobrio, intuitivo y exigente con los demás y contigo. En los numerosos ensayos a los que asistí demostraste una envidiable capacidad para el ritmo y una obsesión casi enfermiza por la perfección
Aunque nacido en el Mediterráneo, venías del extrarradio de Madrid y de la pobreza. En los años mozos quisiste ser entre otras cosas: boxeador, ciclista y ayudante de un fotógrafo. Por fin, y para suerte del baile español, te decidiste por el baile. Formaste parte de la compañía de la famosa bailaora Pilar López. Ella y el bailaor Vicente Escudero, que en los años veinte renovó con su famoso decálogo el baile flamenco, fueron tus maestros.
Eras sobrio, intuitivo y exigente con los demás y contigo. En los numerosos ensayos a los que asistí demostraste una envidiable capacidad para el ritmo y una obsesión casi enfermiza por la perfección. Eras un comunista convencido y considerabas que bailar era un trabajo que había que hacer bien. Te recuerdo ensayando hasta la extenuación buscando los pasos precisos hasta el extremo de llegar, más de una noche, a dormir en el estudio sobre uno de los bancos.
Eras un coreógrafo de talento, un excepcional iluminador de tus espectáculos y sobre todo un bailaor fuera de serie: elegante, creativo, preciso en el gesto, vital y arrollador. Eras un elegido que llevó el baile flamenco a una dimensión superior, imponiendo un estilo sobrio y riguroso que ha hecho escuela y que tiene hoy múltiples seguidores.
En lo personal te mostrabas a menudo con timidez, tenías muchos amigos artistas y te gustaba escuchar con atención las conversaciones. A pesar de ser admirado allí donde ibas, nunca te vi presumir ni de lujo ni de ostentación.
Creo que tú único y verdadero lujo fue tu barco de vela. Eras un experto navegante, y tu amor por la navegación te llevó a cruzar el Mediterráneo, y atravesar el Atlántico, poniendo rumbo a Cuba. Tu última travesía te llevó hasta esa tierra caribeña que tanto querías.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.