Barbaridades

A Albert Rivera le ha salido un siamés como a otros les sale un forúnculo. Nos referimos a Pablo Casado, claro. Cada uno tiene su cuerpo, pero comparten el hígado, el corazón, el encéfalo, los riñones, quizá también los testículos. Significa que son inoperables. No hay manera de desunirlos sin sacrificar a uno. ¿Podrán el PP y Ciudadanos sobrevivir a esta bicefalia aparente? Solo de una manera: subiendo la apuesta, es decir, compitiendo por ver quién es más liberal o más salvaje. Así, es posible que asistamos en los próximos meses a una escalada de terror, incluso, y dado que la otra cara del terror es la risa, a una explosión de carcajadas. En su pugna por diferenciar lo indiferenciable, alcanzarán extremos de violencia jamás vistos.

La pregunta es por qué parte de su geografía están unidos. ¿Por la nuca, a la manera de un Jano bifronte? ¿Por los hombros, como dos consonantes repetidas por error? ¿Tal vez por el pecho, condenados a verse todo el rato como un eco de sí mismos? ¿Cuál de los dos logrará parecer el más español (o el más españolista)? ¿Cuál recurrirá más al fantasma de ETA para legitimarse? ¿Cuál privatizará más escuelas u hospitales públicos? ¿Cuál promulgará más amnistías fiscales? ¿Cuál recibirá más invitaciones de la universidad de verano de FAES? ¿Cuál acogerá Aznar bajo sus alas?

Yo he visto cosas que nunca creeríais: a Martín Villa, por ejemplo, condecorando a Billy el Niño por torturar a los demócratas; a Felipe González, colocando el fajín de general al coronel Galindo por sus crímenes; a Ana Botella, vendiendo a fondos buitre miles de viviendas sociales. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia frente a las barbaridades que pueden acometer estos siameses.