Puigdemont no leyó a los clásicos
En la Grecia clásica, cuando algún ciudadano había hecho algo digno de castigo, el parlamento griego, el primero así definido, votaba cuál sería el castigo a aplicar: si expulsar a esa persona de Grecia o no. Lo hacían en un trozo de cerámica llamado ostraca.De aquí viene la palabra ostracismo. Para los griegos, sin duda, había algo peor que la prisión o la muerte: la condena a vivir fuera de Grecia por el resto de la vida.
El señor Puigdemont está contento porque le han levantado la orden de detención. Parece que no podrá volver a España, parece que no sabe que le acaban de condenar al ostracismo. Todavía no sabe lo que eso significa de verdad. Lo sabrá pronto. No debió de leer a los clásicos.— Roberto Ruiz Herrera. Bruselas (Bélgica).
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