_
_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Salarios imprescindibles

Es necesario, desde la óptica de la equidad, compensar a quienes más sufrieron el coste de la crisis

Xavier Vidal-Folch
Mario Draghi sostiene que ha llegado el momento de aumentar los salarios.
Mario Draghi sostiene que ha llegado el momento de aumentar los salarios.INTS KALNINS (REUTERS)

Subir salarios a mansalva era necesario desde la óptica de la equidad: para compensar a quienes más sufrieron el coste de la crisis.

La devaluación interna, operada sobre todo a través de la última reforma laboral, desplomó el poder adquisitivo de los salarios un 8%. Y el peso de las rentas salariales en el PIB cayó a nivel ínfimo en casi veinte años, al 47,3%.

Dos fuerzas empujan en favor de reequilibrar ese desplome. Una es directa, el reciente acuerdo entre patronal y sindicatos para aumentar los salarios en un mínimo del 2%, más alzas adicionales variables.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

La otra es indirecta, el plan del nuevo Gobierno de remover los aspectos más nocivos de la reforma, dignificando el trabajo y su remuneración. La varita del realismo ha actuado: ya no se habla de derogar leyes, sino de modificar lo pernicioso. “Cuando se llega al Gobierno, todo se ve con una mayor dosis de pragmatismo”, reconoció, transparente, la nueva ministra del ramo, Magdalena Valerio. Bien: ha evitado una tormenta.

Entre lo más pernicioso figura —no es lo único— el disparatado fraude contractual, que precariza el empleo, lo desestabiliza, lo degrada y lo miserabiliza. Hay al menos tres fórmulas para precarizar... y arruinar sueldos.

Una, el abuso del empleo a tiempo parcial (2,8 millones de contratos), que muchas veces esconde un empleo a tiempo completo pagado como parcial. Otra, el sumergido, del que se afloraron más de 90.000 casos en 2017. Y la más socorrrida, el falso empleo temporal: cada año se firman más de veinte millones de contratos, pero un 25% son temporalísimos, de menos de una semana. Solo si se imponen multas enormes, disuasorias, se combatirá ese fraude general.

Además de por equidad conveniente, el alza salarial generalizada es imprescindible por razones de política económica. Ante el declive de los vientos de cola exteriores —alza del petróleo, anuncio de política monetaria más restrictiva del BCE, locuras proteccionistas de Trump que amenazan al comercio mundial—, urge reforzar los factores endógenos del crecimiento: su primer pilar, el consumo de las familias (los sueldos se traducen sobre todo en consumo) y la exportación, que se ha demostrado independiente de la depresión salarial. Justicia y razón se dan la mano.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_