El primer ministro holandés limpia lo que ensucia
Mark Rutte fregó las manchas del café que derramó en el vestíbulo del Parlamento
Café con leche en mano, Mark Rutte, primer ministro holandés, se disponía el pasado martes a cruzar las puertas de seguridad internas del Parlamento. No logró pasar a tiempo la mano con el vaso y derramó su contenido. “Ay, caramba”, dijo, al ver el recipiente en el suelo junto a un charco considerable. Sin dudarlo, pidió una fregona. Tras unos segundos de duda, estupor casi, de uno de los guardas de seguridad, Rutte vio a una señora de la limpieza y le arrebató entre risas el utensilio. Resultó ser una mopa seca, de las que se usan para sacar brillo del suelo, pero no se dio cuenta. La pasó por el charco cafetero con buen estilo, mientras Alexander Pechtold, líder de los liberales de izquierda, que le acompañaba, se tronchaba a su lado.
Encantado con la tarea, Rutte bromeó sobre su torpeza y pidió aún una bayeta para quitar las salpicaduras. Le dieron una azul, de las suaves, y la empleada de la limpieza llamó a sus compañeras, que hicieron ademán de completar la labor. Ni hablar. Rutte no pensaba parar hasta dejarlo todo impecable, pero como es muy alto —mide 1,95— se inclinaba para fregar bien el suelo. Las limpiadoras le enseñaron como alargar el palo, y él dio por concluida la tarea entre vítores y aplausos.
El político holandés sabía que le estaban filmando porque mira a la cámara en un par de ocasiones. Pero el pequeño accidente fue real, no fingido, y su reacción parecía espontánea. Como era previsible, ha dado lugar a múltiples comentarios en las redes sociales. Desde el consabido “por fin, un político que limpia su propia basura”, de la BBC. Al más solemne “imagínense lo que haría un político indio en la misma situación”, en The Indian Express. En Holanda han sido más comedidos y algunos medios han recordado que todo ocurrió “el Día Mundial del Medio Ambiente”. Pero nadie niega su falta de aires. Soltero, paga la hipoteca de un piso en un barrio de clase media alta, conduce un coche de segunda mano, y suele almorzar un bocadillo en las cafeterías cercanas al Parlamento.
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