Volver a las andadas
Está por ver si el PP decide reinventarse solo a medias: con nuevos líderes que persisten en una vieja estrategia
Una regla básica para un funcionamiento normal de la democracia es que quienes pierden el Gobierno aceptan la legitimidad de quienes llegan y éstos a su vez respetan a los perdedores. A partir de ahí cabe todo el desacuerdo y competición entre partidos que se quiera, porque unos y otros nunca dejan de reconocerse como interlocutores legítimos.
Sin embargo, el PP no parece dispuesto a garantizar esa lealtad institucional a los que llegan. Su líder se despide de la dirección del partido criticando que el nuevo Gobierno no ha pasado por las urnas. Quizá les sorprenda saber que casi la mitad de los Gobiernos que cayeron entre 1945 y 1998 en once democracias parlamentarias lo hicieron por razones distintas a las elecciones. La causa más habitual: la ruptura de la coalición gobernante.
Decir que los Gobiernos caen si cambian las mayorías parlamentarias que los sostienen puede parecer obvio. No lo es tanto si el principal partido de la oposición insiste en soslayar esa realidad, deslegitimando las reglas de juego. Ya lo hizo en el pasado con la llamada estrategia de la crispación. Y Rajoy en su despedida parece señalar a los suyos el mismo camino.
La cuestión es si esta vez el PP puede permitirse esa estrategia. Primero por los cambios en la agenda política. El terrorismo de ETA, uno de los asuntos que protagonizaron la confrontación en el pasado, ya no está disponible para hacer oposición. Segundo, si se centra en la cuestión territorial se encontrará con un competidor, Ciudadanos, con más ganas y credenciales para sacarle rédito político. Y tercero: la estrategia de la crispación es anacrónica, fruto de una concepción del espacio electoral como un juego de suma cero en el que, tarde o temprano, los partidos se alternan en el poder. Esa misma estrategia en el sistema actual puede condenarte al ostracismo, dejándote sin aliados. Aunque hoy el PP defina las alianzas como “pactos en cuartos oscuros”, éstos son indispensables si se quiere gobernar.
A los populares les queda mucho por hacer y poco tiempo. Está por ver si deciden reinventarse solo a medias: con nuevos líderes que persisten en una vieja estrategia, volviendo a las andadas. @sandraleon_
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