¿A quién le importa en la moción lo que importa?
Este proceso se ha vendido como decisión simple –contra Rajoy o con Rajoy– pero no es simple
Esta vez el adjetivo histórico no tiene el carácter de simulacro que irritaba a Baudrillard. La moción puede hacer Historia. Y no tanto por prosperar, si prospera, la primera moción de censura que voltee la Moncloa desde el Congreso, sino por llevar al poder el fenómeno Podemos desencadenado tras el 15M, con una hoja de ruta destinada a refutar el Régimen del 78, en un cóctel con populistas más o menos antisistema junto a los secesionistas, algo que en 2015 parecía delirante pero hoy parece una salida racional.
Este proceso se ha vendido como decisión simple –contra Rajoy o con Rajoy– pero no es simple. La moción, sin embargo, no se reduce a castigar la corrupción del PP tras la sentencia de Gürtel. Hay que considerar el impacto real de esta decisión en el conflicto de Cataluña, bajo la crisis constitucional más seria que haya sufrido España desde 1978; o su impacto en la estabilidad económica, expuesta a los mercados, y el riesgo de frenar unos presupuestos con mayoría tras una crisis terrible que ha sembrado el país de derrotados... Y optar entre la moción constructiva o una moción instrumental para un adelanto de elecciones. ¿Qué criterio debería prevalecer?
Contra lo que suele creerse, esto no es tan sencillo. En Teoría de la Decisión está comprobado que, en el análisis en bloque, solemos equivocarnos; por ejemplo si uno se pregunta qué peso debería tener cada criterio cuando se va a comprar un coche: precio, estética, seguridad, marca o fiabilidad. Las valoraciones intuitivas son muy fallidas. Para esto se creó el método del Proceso de Análisis Jerárquico (AHP en inglés), usado en Teoría de la Decisión cuando hay una pluralidad de criterios, como los que en este caso pesan al decidir el voto por más que se le quiera imprimir una pátina de simpleza, Rajo sí, Rajoy no. Siquiera debería considerarse el peso de estos criterios:
–Castigar la Corrupción desde la mayoría parlamentaria.
–Contribuir a la estabilidad del país evitando la presión de los mercados.
–Evitar un descontrol en Cataluña tras el procés secesionista y el 155.
–Desarrollar los Presupuestos en fase expansiva.
–Regenerar el sistema desde las urnas con un adelanto electoral.
¿Qué pesa más? El método AHP, formulado por Thomas L. Saaty en los ochenta para abordar racionalmente problemas complejos de decisión, funciona mediante la comparación por pares (enfrentar cada criterio, uno a uno, a todos los demás: ¿Es más importante la corrupción o la estabilidad? ¿La corrupción o Cataluña? ¿Corrupción o Presupuestos? ¿La corrupción o urnas?¿Estabilidad o Cataluña? ¿Estabilidad o urnas?..... ) y mediante un sofisticado cálculo matemático, proporcionar indicadores mucho más precisos y solventes.
Sin duda, aunque la política vaya más allá, sería interesante conocer las respuestas a esas preguntas en un panel con Mariano Rajoy, aunque él sacralice la estabilidad; Pedro Sánchez, aunque él reduzca todo a la corrupción; Albert Rivera, aunque él solo admita urnas; Pablo Iglesias, persuadido de que dos años de izquierda real frenaría la ola conservadora; de PdeCAT o ERC, volcados en el procés; de Ortuzar, con 500 millones en los presupuestos... Estaría bien saber, y para eso sirve el método AHP, qué valores son prevalentes, cuál es su peso en la decisión y qué respuestas son más consistentes.
Claro que esto sería interesante si la respuesta tuviera importancia. En realidad, no es así. Probablemente a nadie le interesa eso. A pesar de dramatizar la liturgia parlamentaria, se hace muy evidente que los líderes no han planteado una decisión compleja considerando Cataluña, la estabilidad, el regeneracionismo o los presupuestos, sino un criterio único: sacar a Rajoy maximizando sus aspiraciones electorales. Ese es el único factor, no necesariamente fácil, que determina el resultado: ¿Cómo obtener mejor posición en el escenario político líquido? Es una opción pragmática, no ética, donde el interés particular prevalece sobre el interés general. Lo demás queda a la aritmética.
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