¿Por qué Cristiano Ronaldo escupe y Rafa Nadal no?
¿Está justificado por razones fisiológicas o es que en el fútbol reina un chabacanismo que queda excluido en otros deportes?
Cuando uno se planta frente al televisor a ver un partido de fútbol sabe que no solo va a disfrutar de buenas jugadas, faltas, corners, paradones o goles. Se da por sentado que además va a ver toda una serie de coreografías y de signos del lenguaje no verbal propio de este deporte: el piscinazo, la protesta enérgica, los abrazos tras un gol, el hacerse el muerto rodando por el césped tras un simple empujón... Y la típica imagen del jugador escupiendo al campo, chocante para la mayoría de los espectadores: es un acto de dudoso gusto en cualquier otro contexto. Ya lo dice el meme: “Hoy, en cuarto milenio: el increíble caso del futbolista al que enfocó la cámara y no estaba escupiendo”.
A cualquier aficionado al fútbol a quien se le pregunte encuentra una respuesta rápida: claro, los futbolistas, por más astros millonarios que sean, también tienen sus necesidades fisiológicas. Ahí está Sergio Ramos para demostrarlo en su partido contra el Eibar, cuando tuvo que salir corriendo al servicio ante lo que él mismo describió en Twitter como el “típico apretón” (eso sí, tuvo el detalle de traducirlo al inglés: “natural call”). Pero de ahí a hacerlo continuamente (lo de escupir, no lo del apretón), no deja de resultar llamativo.
"Es una advertencia de quién manda sobre el campo, un acto primitivo para marcar el terreno. También se emplea como consolación tras un temporal cabreo después de una mala jugada, una discusión con un rival o con el árbitro"
Vicent Masia, historiador de fútbol
Para empezar por lo más sencillo recurrimos a un médico deportivo. Pedro Manonelles Marqueta, Director de la Cátedra Internacional de Medicina del Deporte de la Universidad Católica San Antonio de Murcia y presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED-FEMEDE): “No existe ninguna razón fisiológica para escupir. Al menos, no conozco ningún trabajo científico que justifique esta costumbre”.
Es categórico. Pero también entiende que hay tres posibles razones para escupir cuando se hace deporte. Este es su análisis: “Arrojar algo que haya en la boca que no sea deseable: briznas de hierba, restos de productos amargos, sudor, pelo… Aunque lo más habitual es escupir saliva, seguramente porque sea muy densa. Esta idea se relaciona con la deshidratación que provoca la sudoración en el deporte. Además puede haber alguna patología que la favorezca (por ejemplo, el asma). Y puede tratarse de un tic nervioso. Pero también puede ser un acto despectivo, e incluso ofensivo hacia el rival. No obstante, da la sensación de que el escupir, con mucha frecuencia se realiza por costumbre o por imitación, similar al mascar”. En efecto, uno piensa que si siempre se hace por el esfuerzo físico, no se haría antes de salir al terreno de juego, cuando se va a sustituir a un compañero.
Vicent Masia, experto en historia del fútbol y creador de la web Lafutbolteca tiene clarísimo a qué se debe el popular lanzamiento de escupitinajos. “En el mundo del fútbol escupir es una acción que tiene varios usos y, según el momento, su significado es distinto”. Y añade: “Un esputo lanzado cerca del rival sin intención de tocarlo es una advertencia de quién manda sobre el campo, un acto primitivo para marcar el terreno. También se emplea como consolación tras un temporal cabreo después de una mala jugada, una discusión con un rival, el árbitro, incluso con el técnico si ha decidido sustituirlo”. Masia tiene claro que nunca se escupe en el precalentamiento, después de anotar un gol, en la celebración o en pleno sprint. Casi siempre será cuando ha errado una ocasión o cree que la puede errar. Por ejemplo, antes de un penalti.
A poco que se eche un vistazo en Internet a la búsqueda de ‘escupir futbol’, se encuentra uno con multitud imágenes de futbolistas lanzando saliva como si de una competición se tratara; y unas cuantas justificaciones, normalmente relacionadas con el esfuerzo físico. Algunas coinciden con las esgrimidas por Roberto Solozábal, ex defensa del Atlético de Madrid, ex Real Betis y actual presidente de la asociación Leyendas del Atlético, además de ciclista aficionado. “Sí, reconozco que he escupido y aún lo hago cuando practico deporte si estoy acatarrado, si tengo la boca seca o si bebo agua y me sobra. Y ahora que lo pienso nunca en recintos de interior y casi nunca si voy en bici”. Lo que más sorprende de la charla con Solozábal es que no se había fijado en que se escupiera tanto en el fútbol. “Creo que a veces desde fuera se ven anormales actitudes que desde dentro no chocan”, afirma. Y promete que en el próximo partido de su hijo se va a fijar atentamente…
"Sí, reconozco que lo he hecho. Y ahora que lo pienso nunca en recintos de interior. Creo que a veces desde fuera se ven anormales actitudes que desde dentro no chocan”
Roberto Solozábal, exjugador del Atlético de Madrid
Precisamente el mal ejemplo que se da a los críos es una de las razones de que a menudo se proteste contra esta mala costumbre (no la única: en 2000 la Liga Profesional de Rumanía aconsejó no escupir para no propagar la gripe). Si lo hace Cristiano Ronaldo, cómo no van a hacerlo sus miles de seguidores. Pero entonces otra pregunta surge de manera contundente: y Rafa Nadal y sus compañeros renistas, ¿escupen? La respuesta: poco, con disimulo, solo en tierra batida para taparlo después y cuando es imprescindible.
Ni en tenis, ni en rugby, ni en balonmano… José Ángel García Redondo, presidente de la Asociación de Preparadores Físicos y expreparador del Atlético de Madrid del doblete: “El esfuerzo anaeróbico que se hace en fútbol es mucho mayor que el que se hace en otros deportes. Se corre mucho más, en torno a los 12 ó 13 kilómetros y a una gran intensidad. Por eso se seca la boca mucho más. Y no es solo correr, hay que esprintar, agacharse, tirarse, levantarse… Y ese desgaste es el que hace que se seque más la garganta. Pero a veces también es un mecanismo de defensa ante los nervios de un partido. Es una necesidad fisiológica alimentada por lo que hacen los ídolos en el campo. Y como no se les recrimina, no está mal visto, pues adelante”. Mientras sea adelante y no hacía arriba, parece que el tema está controlado… Siempre y cuando no esté tan arraigado como para hacerlo también fuera del campo, como hizo el exjugador Jamie Carragher con una cría de 14 años, lo que le valió la expulsión de su trabajo como comentarista en Sky News.
Claro que si la cosa se pone seria, siempre se puede hacer una parodia, como la de Agárralo como puedas, en la que se reían de la extraña costumbre de los jugadores de béisbol de escupir el tabaco mascado. Aunque ellos también se tocan la entrepierna al tiempo que lanzan lo contenido en la boca. Ni a Cristiano Ronaldo se le permitiría eso...
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