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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los liderazgos fuertes y la pasión por el movimiento

Ciudadanos y Podemos comparten algunos rasgos que los apartan de la vieja política

José Andrés Rojo
Íñigo Errejón y Albert Rivera, en marzo en las Fallas de Valencia.
Íñigo Errejón y Albert Rivera, en marzo en las Fallas de Valencia.Kai Försterling (EFE)

Los viejos partidos están totalmente desprestigiados, no solo en España sino también en otros lugares del mundo. Se han convertido en grandes maquinarias oxidadas, torpes, vetustas, arcaicas. Son dinosaurios de una era remota que no han sabido conectar con una sociedad radicalmente distinta de aquella que algún día les dio el poder. No pueden presumir de democracia interna. Están envenenados por la corrupción. Por no tener, y gracias a su afán de atraparlo todo para ganar elecciones, no tienen ya ni señas de identidad propias. Parece que defienden lo mismo: el Estado de bienestar, la democracia, el proyecto europeo. A juzgar por las encuestas, el PP y el PSOE han decidido con una obstinación suicida tomar un atajo hacia su definitiva extinción. No han movido ni un solo músculo para romper la dinámica perversa en la que están metidos desde hace mucho tiempo.

Menos mal, podría pensarse, que vinieron otras formaciones para arreglar el entuerto. Tanto Podemos como Ciudadanos subrayaron desde el principio que nada que ver, que lo suyo jamás se parecería al ponzoñoso legado de aquellos viejos partidos que venían de la Transición.

Algo hay que tienen en común. De un lado, el peso y la visibilidad de sus líderes. De otro, la idea de que el movimiento se demuestra andando. O, lo que es lo mismo, que no han necesitado para irrumpir en los circuitos del poder de aquellos recursos que necesitaban los partidos tradicionales —unos locales de encuentro, por referirse a uno de los más elementales—. Hoy, gracias a las redes sociales y a las rápidas conexiones que facilitan los medios digitales, es más fácil conquistar una clientela, si es que la palabra sirve para referirse a los seguidores de una fuerza política. Pero hay algunos riesgos.

Se ha visto con Albert Rivera en los últimos tiempos. Ciudadanos surgió como una iniciativa para combatir en Cataluña la deriva soberanista, así que tiene cierta lógica que quiera sacarle partido electoral a su rabiosa postura antinacionalista. Para hacerlo ha recuperado un término que también acarició Podemos desde sus inicios, el de patriotismo. Es verdad que Ciudadanos quiere recuperar ese “patriotismo constitucional” que Jürgen Habermas defendió hace muchos años y que, posiblemente, Podemos pensara más bien en el “¡patria o muerte!” de Fidel. Pero el término se las trae. Ante una multitud que avanza enfebrecida detrás de una bandera, ¿quién tiene los galones necesarios para distinguir al buen patriota del perverso nacionalista?

Por lo que toca a Podemos, no está de más recordar que las nuevas formaciones llegaron criticando con la mayor estridencia la falta de democracia interna de los partidos tradicionales. La palabra “primarias” era el término mágico que iba a resolver de un plumazo aquella terrible lacra. Por democracia interna debería entenderse que también en un partido, aunque se compartan ideas y programas, existe un amplio margen para la pluralidad. Y que las dichosas primarias robustecen a una formación en la medida en que permiten que disputen por la hegemonía corrientes diferentes. Errejón ganó hace unos días con el 95,3% de apoyos las primarias que realizó Podemos para elegir candidato en la Comunidad de Madrid. ¡Qué imponente unanimidad! Va acercándose a la que Franco cosechó —el 98%— cuando convocó en 1966 un referéndum para ratificar la Ley Orgánica del Estado.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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