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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los abusos ensucian el Nobel

Las denuncias de abusos sexuales obligan a la Academia sueca a aplazar al próximo año el premio de Literatura de este año

Jean Claude Arnault, el fotógrafo acusado en Suecia de abusos sexuales, junto a su esposa, Katarina Frostenson, de la Academia que concede los premios Nobel de Literatura.
Jean Claude Arnault, el fotógrafo acusado en Suecia de abusos sexuales, junto a su esposa, Katarina Frostenson, de la Academia que concede los premios Nobel de Literatura.Henrik Montgomery (AP)

Los Premios Nobel, y entre ellos el de Literatura, han sido desde su fundación un punto de referencia para definir qué es la excelencia. Precisamente en abril le tocaba al Comité del Nobel de Literatura, los cuatro académicos que hacen la primera criba entre las candidaturas recibidas, presentar su selección de unos veinte nombres al pleno de la Academia Sueca —formaba por nueve hombres y nueve mujeres—, que debía durante mayo decantarse por los cinco más relevantes, y empezar el riguroso proceso final. Pero, esta vez, las cosas se torcieron y, ayer, la Academia anunció que pospone la decisión y la entrega del premio de este año hasta 2019.

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El pasado noviembre 18 mujeres acusaron de haber sufrido abusos sexuales al dramaturgo y fotógrafo Jean-Claude Arnault, esposo de la académica Katarina Frostenson. El escándalo sacudió a la Academia, y no ha dejado de crecer mientras salían a la luz otros turbios manejos que mancharon todavía más al personaje y, de paso, a la institución. Esta había ignorado las denuncias de una víctima, y se supo que Arnault acosaba a otras mujeres. Que había filtrado en ocasiones el nombre de los premiados y que dirigía un centro subvencionado por la Academia y del que su mujer era también propietaria —con lo que existía conflicto de intereses— contribuyó a que sucedieran las renuncias de hasta seis miembros de los que deciden el Nobel.

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Ha sido, sin embargo, la vileza de unos abusos sexuales la que ha terminado por ensuciar el rigor y refinamiento de los que ha hecho siempre gala la Academia. Y han sido las denuncias de unas mujeres las que han puesto en entredicho las supuestas pulcras maneras de una institución. No eran tales. Unos estatutos caducos y opacos (los académicos son de por vida) y una institución que no es sensible a acusaciones sexistas: como en otros lugares, las mujeres dijeron basta. La renovación es urgente, los premios no pueden quedar en entredicho por una gestión tan descuidada.

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