El sentido común de Rajoy
¿Qué tradición es la que inspira el comportamiento del presidente de Gobierno?
A Mariano Rajoy se le reprocha con frecuencia no tener ningún plan y limitarse a dejar que las cosas fluyan, mirándolas desde fuera, sin intervenir demasiado. Así que se le suele pedir —exigir, incluso— que diga algo, que se explique, que actúe, que empuje en alguna dirección. Pero igual lo que pretende es solo eso, hacer lo estrictamente imprescindible. Dice Michael Oakeshott, un filósofo británico que tuvo una visión lo suficientemente heterodoxa de la política como para no encajar en ninguna corriente partidista, que la manera conservadora de gobernar es “la del árbitro que aplica las reglas de juego, o la del moderador que preside el debate de acuerdo con unas reglas conocidas pero sin participar en él”.
“La actitud apropiada del Gobierno debe ser la aceptación de la condición actual de las circunstancias humanas”, escribe Oakeshott en Ser conservador, una conferencia que pronunció en 1956 en la Universidad de Swansea. No afanarse por transformar el mundo atendiendo a unas recetas ideales ni bosquejar un horizonte de excelencia. Se trataría, más bien, de ajustarse a esa idea que Rajoy ha reivindicado tantas veces, la de aplicar el sentido común. O lo que vendría a ser lo mismo, por decirlo con Oakeshott, “la provisión y custodia de reglas de conducta” que están ahí: en las costumbres heredadas, en la tradición de una sociedad.
Cuando se le preguntó a Rajoy si iba a pedir la dimisión de Cifuentes por el escándalo del máster, contestó: “No existe ninguna razón para romper un acuerdo que se está cumpliendo y que, además, es bueno para los ciudadanos de Madrid”. No hacer nada. “Yo creo que la presidenta madrileña ha dado sus explicaciones ante los medios y también ante la Asamblea”. Ya está.
Si a propósito de cualquier proceso de aprendizaje se atendiera a la tradición, ¿qué le diría un conservador a un retoño suyo al enviarlo a la universidad? Estudia, no faltes a clase, toma notas, trabaja con regularidad, consulta a tus profesores cuando tengas dudas, mantén ordenados tus apuntes y no los pierdas porque podrían servirte más adelante, preséntate a los exámenes, no te desanimes si las cosas se tuercen, persevera, haz las tareas.
Es posible, sin embargo, que exista otro sentido común que también puede aplicarse a los estudios universitarios. Es el que dice: consigue un título como sea, no importa que no vayas a clase ni que estudies, miente si hace falta, no se aprende nada en las aulas sino en la vida, llévate bien con tus profesores (es posible que los necesites), no te preocupes de los apuntes que no sirven para nada, lo que importa es una buena nota en un documento oficial. Y punto.
Es cierto que se trata de otra tradición, pero que tiene también sólidas raíces en la sociedad española y que viene de muy lejos, la tradición de la picaresca. Dejar hacer, he ahí la actitud del presidente de Gobierno y del PP, ¿pero con qué reglas de juego?
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