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Por qué los primeros años de vida de un niño no se pueden desperdiciar

Los menores de hoy serán los ciudadanos, los profesionales, los políticos, y los líderes del futuro y hay que cuidarlos

Bebé sonríe.
Bebé sonríe. getty

Los primeros años en la vida de un niño son fundamentales para el desarrollo de su potencial. En los servicios de desarrollo infantil intervienen múltiples actores del sector público y privado pero sus acciones no siempre se sincronizan adecuadamente para sacar el mayor provecho de este momento tan corto como irrepetible.

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Los niños de hoy serán los ciudadanos, los profesionales, los políticos, y los líderes del futuro. En América Latina y el Caribe hay aproximadamente 50 millones de niños menores de cinco años que han visto mejoras sustanciales en sus condiciones de vida durante las últimas décadas. Hoy, los niños de esta región del mundo tienen menos probabilidades de morir en el parto o en la primera infancia porque están mejor alimentados, sufren menos enfermedades, o las sobreponen más fácilmente, y acuden mayoritariamente a la escuela. Dos de cada cinco niños vivían en el año 2000 en situación de pobreza; en la actualidad esa cifra se ha reducido a la mitad.

No obstante, estas mejoras no siempre han alcanzado a aquellos que viven en los hogares más vulnerables o con padres con menores niveles educativos. Quienes nacen en un hogar con menos recursos sufren retrasos en su desarrollo cognitivo y de lenguaje desde los primeros años de vida, incluso antes de entrar a la escuela. Los menores niveles de desarrollo de vocabulario y cognición vienen motivados por el hecho de no recibir en sus primeros cinco años de vida la estimulación necesaria para que alcancen su máximo potencial. Los niños que no se encuentran expuestos a entornos ricos en lenguaje, a actividades de juego que les permitan explorar y aprender y a interacciones cálidas, sensibles y receptivas con los adultos de su alrededor tendrán menos oportunidades de desarrollar las conexiones neuronales que configuran la arquitectura cerebral durante la primera infancia.

Tanto el sector público como el privado son cada vez más conscientes de la necesidad de dispensar la atención y estimulación adecuada a los más pequeños. Como en otras partes del mundo, en América Latina y el Caribe decenas de miles de personas trabajan en servicios de atención a la primera infancia. Médicos, enfermeras y trabajadores comunitarios que hacen seguimiento de la salud de las madres durante el embarazo y el parto, y de la nutrición y vacunación de los niños durante sus primeros años; personal que acompaña a las familias en los diferentes programas para mejorar las prácticas de crianza y la estimulación infantil en el hogar; educadores de parvularios y cuidadores de jardines de infancia; quienes atienden las ludotecas y bibliotecas infantiles o los que están a cargo de los servicios de alimentación en escuelas, sala-cuna o comedores comunitarios. La lista puede ser interminable.

Destaca la heterogeneidad de tareas y perfiles profesionales que absorbe la atención de los niños durante los primeros años. Hay personas con estudios universitarios y de posgrado muy especializados, así como otros con niveles de educación formal muy inferiores. Hay profesionales bien remunerados por sus servicios y otros que trabajan bajo esquemas de voluntariado o sin mayor reconocimiento ni estabilidad laboral. En todas estas actividades, en América Latina y el Caribe se observa una presencia preponderantemente femenina aunque, con independencia del género, los profesionales muestran gran compromiso en sus labores, que muchas veces les exigen invertir no solo tiempo, sino recursos propios que se asumen con admirable generosidad. No obstante, se trata de un sector de la fuerza laboral en donde aún queda mucho por hacer en materia de condiciones de trabajo y oportunidades de crecimiento profesional.

Todos ellos desempeñan un papel definitorio en el desarrollo temprano. Con el propósito de llegar a todos los profesionales y estudiantes que buscan ampliar su especialización en materia de primera infancia, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) imparte, por cuarto año consecutivo, un curso gratuito en línea que se ofrece a través de la plataforma EdX bajo el título Políticas Efectivas de Desarrollo Infantil.

Partiendo de la figura del niño como eje central, los primeros módulos estudian los papeles de la familia, como pilar fundamental del desarrollo, y de la comunidad como contexto en el que tanto niños como familias se desenvuelven. Este enfoque que va desde la dimensión micro a la macro es crucial para analizar cómo la política pública puede apoyar el desarrollo infantil, en particular en las áreas más desfavorecidas.

A ello le sigue una visión de conjunto que pretende englobar todos los elementos necesarios para garantizar acciones de calidad, equitativas y sostenibles en el tiempo, así como la presentación de varias herramientas que permiten el diseño de políticas y programas de desarrollo infantil de calidad. El módulo final aborda de una manera práctica la evaluación como factor clave para la mejora continua de los programas y para controlar el uso de los recursos que los financian.

Asegurar que los niños tengan las mejores oportunidades de desarrollo es una cuestión de interés general porque el futuro depende de ellos; los pequeños de hoy serán la fuerza laboral de las economías y los líderes políticos y sociales del mañana. Para construir un futuro mejor necesitamos formar mejores cerebros y los primeros años de vida son una ocasión irrepetible para que alcancen su pleno desarrollo.

*Caridad Araujo, especialista principal en desarrollo infantil temprano, BID.

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