No hablamos de tonterías
El estilo estalinista de control impuesto por Iglesias tiene enormes fugas en Madrid, Andalucía, Cataluña, País Vasco y otras federaciones
La semana pasada, con su habitual estilo autoritario, Pablo Iglesias lanzaba un mensaje a su organización en Madrid: “Ni media tontería” en la organización de las elecciones primarias. Inmediatamente, sus más cercanos subalternos (Irene Montero, Pablo Echenique, Ramón Espinar...) y el agitador sin cargo Juan Carlos Monedero, hicieron suyas sus palabras en una clara advertencia a Íñigo Errejón: “Ni media tontería...” “media tontería...” “tontería...”. “tería...” sonaba como un eco en las declaraciones y las redes sociales del oficialismo de Podemos. Un eco que reflejaba una amenaza, como la de hace meses del “así no, Íñigo”.
Sin embargo, contrariamente a lo que sucedió hace 14 meses en Vistalegre 2, el antiguo número dos del partido y actual secretario de análisis estratégico ganó en su pulso al pablismo madrileño, representado por Espinar, y consiguió que se vote de una sola vez el candidato y la lista completa a las elecciones a la Comunidad de Madrid. Errejón salía vencedor, aunque todavía tendrá que medir sus fuerzas con los anticapitalistas que en su día apoyaron a Iglesias.
Aprovechando esta aparente debilidad del aparato de Podemos, otra de las fundadoras del movimiento que salió del primer círculo de poder antes del Vistalegre 2, ha vuelto a saltar a la arena política. Carolina Bescansa incendió ayer las redes con un documento colgado en su cuenta de Telegram (y luego borrado) en el que ofrece un pacto a Errejón para desbancar a Iglesias una vez que ganen las elecciones de Madrid. Bescansa aspira a transformar la Comunidad de Madrid en el embrión del futuro Gobierno de España; por lo menos, eso dice en su documento.
Errejón, Bescansa y Luis Alegre (del grupo de los cinco fundadores de Podemos), fueron purgados el año pasado por el aparato de poder absoluto de su secretario general. Y con ellos desapareció la estrategia más transversal del partido. Sin ellos, la organización ha cometido errores de bulto, como su radicalización, la vuelta al espectáculo diario en el Parlamento o el apoyo a tiempo parcial al independentismo catalán. Las encuestas reflejan una caída de votos con esa estrategia.
No se sabe si Errejón está dispuesto, o preparado, a dar la batalla por el poder en Podemos (ayer negó haber llegado a acuerdo alguno con Bescansa). Lo que sí está claro es que el estilo estalinista de control impuesto por Iglesias tiene enormes fugas en Madrid, Andalucía, Cataluña, País Vasco y otras federaciones. No estamos hablando de tonterías, sino de democracia interna.