La culpa, el credo y el máster
Los ciudadanos pueden castigar más al PP por cómo han reaccionado ante el caso Cifuentes que por la aparición del caso mismo
La culpa es un pilar del credo católico. También de la acción política. Si hay una estrategia para mantenerse en el poder que se repite entre los gobernantes es la de sortear la culpa: evitar la responsabilidad sobre una acción que pueda ser castigada electoralmente.
La culpa importa en política porque en las urnas el pasado pesa más que el futuro. En el voto las promesas de los políticos son menos importantes que la evaluación de su trayectoria. Esto, junto con una opinión pública más sensible a las malas noticias que a las buenas, explica que los políticos dediquen más tiempo a evitar el castigo que a atribuirse méritos.
En política existen varias maneras de sortear la culpa, todas ellas fácilmente identificables en un repaso de la actualidad política. Las estrategias pasan primero por impedir que aquello que pueda generar un castigo llegue a la agenda política. Si no puede evitarse, entonces los políticos pueden intentar difuminar la responsabilidad entre muchos actores; o buscar un chivo expiatorio, culpando a otros. La estrategia de Cifuentes en el caso máster ha consistido más bien en la de “tierra quemada”: exculpar su responsabilidad a costa del descrédito de las instituciones.
El error del PP en esta historia ha sido no haber comprendido cuál es la decisión impopular, la que puede suponer mayor castigo. Asumieron que la dimisión de Cifuentes tendría un coste electoral mayor que defenderla ante una evidencia contundente. Sin embargo, los ciudadanos pueden castigar más a los populares por cómo han reaccionado ante el caso que por la aparición del caso mismo. No haber separado estas dos dimensiones del castigo (tener una oveja negra y reaccionar ante su descubrimiento) es un síntoma de la debilidad del PP. Y ahora es tarde para hacerlo, pues el caso ha sobrepasado a Cifuentes, salpica a Casado y comienza a plantearse como una revisión del papel del PP en las instituciones educativas madrileñas.
Así, ¿dónde queda el reconocimiento de la culpa? Queda para los políticos creyentes que, en privado, quieran purgar sus pecados buscando el arrepentimiento y el perdón sacramentario. @sandraleon_
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