
El rol de espectador y otras 5 cosas que le pasan en la cama y que no deben preocuparle
Para disfrutar hay que conocer los motivos que nos hacen sentir mal

Pese a que está demostrado que el sexo —y más concretamente el orgasmo— tiene beneficios a nivel físico e incluso emocional, no todo el mundo afronta el encuentro sexual con las mismas ganas. El problema de fondo, según los expertos, puede ser la ansiedad o el miedo que ocasionan ciertos falsos mitos en torno a la sexualidad, que va siendo hora de desterrar.
Diferentes sexólogas explican cuáles son los principales motivos que nos hacen sentir mal en la cama y cómo podemos mejorar nuestra forma de afrontarlos.

Por muchos consejos que se lean en Internet, cada persona es un mundo y acertar con los gustos sexuales de una nueva pareja sexual a la primera no siempre es fácil. Pero todo se aprende con la práctica, o preguntando, explica la sexóloga Ana Lombardía: "En la cama no se trata de hacerlo todo perfecto, sino de disfrutar al máximo. Cuanto mejor te lo pases haciendo lo que estés haciendo, mejor lo harás y más le gustará a tu pareja. Si lo haces sintiendo, disfrutando y excitándote, es muy difícil que lo hagas mal".
En esta misma línea, la también sexóloga Laura Marcilla aporta que "a veces nos preocupamos tanto por la impresión que vamos a causar, que nos olvidamos de disfrutar nosotros mismos". Algo que no debería pasar porque, aclara Marcilla, "cuando nos dejamos llevar y disfrutamos es cuando es más probable que nos compenetremos con nuestros compañeros o compañeras sexuales".

Otra posibilidad es que la ansiedad vaya un paso más y que se experimente lo que en psicología se conoce como el rol del espectador. "Se trata de esa situación que se produce cuando empezamos a observar desde fuera, en tercera persona, como si viéramos una película, nuestro encuentro sexual", explica Marcilla.
"No ser capaz de centrarte en ese momento puede suponer un problema a largo plazo", aclara la sexóloga Susana Ivorra y recuerda que al no tener todos los sentidos puestos en el momento "difícilmente podemos experimentar todo el placer que nos podría proporcionar ese encuentro".
Sin embargo, si ocurre de forma puntual, tampoco debe ser un motivo de agobio, ya que "no siempre se dan las condiciones óptimas para mantener relaciones sexuales y no tiene por qué ser un impedimento para experimentar el placer".

Parece que la otra persona siempre está lista para la acción. Sin embargo, aunque pueda haber ganas, hay cuerpos que no responden tan rápido como otros: "Cada persona necesita un tiempo diferente para excitarse. No hay un tiempo mejor que otro, cada una tiene su ritmo y esto está bien", afirma Lombardía.
Pero puede que el problema de fondo no sea solo el tiempo, sino los estímulos que necesita cada uno. De hecho, hay estudios que respaldan la idea de que hombres y mujeres difieren en el tipo de estímulos que consideran sexualmente atractivos y excitantes. Así, la motivación sexual, las expectativas percibidas del rol de género y las actitudes son factores cognitivos que probablemente influyen en la respuesta a los estímulos sexuales, especialmente en las mujeres.
Pese a ello, Lombardía concluye que en vez de tomarse estas diferencias como una barrera, hay que tener en cuenta que "puede ser muy enriquecedor para la pareja el tener gustos y necesidades diferentes".

No estar del mismo humor a la vez también puede suponer un problema, según la terapeuta Vanessa Marin. Pero tenga claro que "usted y su pareja no siempre estarán sincronizados". Es decir, que aunque las dos personas tengan un deseo parecido, no quiere decir que les surjan las ganas de tener relaciones al mismo tiempo.
Aunque, todo podría depender del tiempo y ocio que compartamos juntos. Al parecer, según explicó el profesor de neurociencia y negocios de la Universidad de Northwestern, Moran Cerf, para la BBC, cuando las personas pasan tiempo juntas, sus ondas cerebrales comienzan a parecerse. En algunos casos, pueden llegar a ser casi idénticas y "a mostrar patrones comunes en el lenguaje, las emociones y hasta en los puntos de vista".

Si en otro tiempo la meta de las relaciones sexuales era la reproducción, la liberación sexual ha traído otras ataduras, como que la única meta del sexo sea llegar al orgasmo. Y si no se llega se tiene la sensación de que algo va mal. Sin embargo, afirma Ivorra, "si hay excitación y placer, si disfrutas y vives con plenitud ese encuentro, el orgasmo es un añadido, no una meta". Tener esto claro nos ayudará a relajarnos y disfrutar más del momento.

Se habla mucho de la utilización de fantasías sexuales durante el autoerotismo, pero lo cierto es que también es habitual fantasear durante un encuentro sexual con la pareja. Así que lejos de sentirse culpables por hacerlo, quizás puede ser un recurso interesante cuando nos cuesta centrarnos en el momento.
Lo dice Marcilla: "Este fenómeno es absolutamente normal y mucho más común de lo que creemos". La sexóloga añade que "añadir elementos a la escena que estamos viviendo en un momento determinado, no implica que no nos esté gustando la experiencia”.
En esta línea, una investigación publicada por The Journal of Sexual Medicine, realizada con 799 hombres y 718 mujeres con una media de edad de 30 años, concluyó que muy pocas fantasías sexuales pueden ser consideradas como raras o inusuales.