Moteles de carretera y personajes de la América profunda: así es la Ruta 66
La fotógrafa Anne Roig viaja por la carretera más mítica de EEUU, en su trabajo para el proyecto transmedia Eldorado
El post turismo es la tendencia a la que se apuntan aquellos viajeros que no quieren ser simples turistas, sino que quieren vivir experiencias únicas. Sobre este concepto se asienta el proyecto transmedia Eldorado, impulsado por el estudio barcelonés Folch Studio que reúne "relatos de viaje de muchos lugares del mundo, narrados a través del arte del storytelling, fotografías y vídeos de estética impecable, así como pinturas y dibujos de los propios viajeros".
Eldorado cuenta con una plataforma online, en constante actualización y de un libro, Eldorado Volume One, que recopila once experiencias de viaje, de once artistas, que transcurren en Islandia, Barbados, Galápagos, América Latina, Asia o EEUU. Precisamente allí, en la Ruta 66 que recorre este país, ha decidido situar su trabajo Moteles, iconos, concreto (EEUU) la fotógrafa catalana Anne Roig. Ella, que ha elegido la fotografía como un medio de expresarse al mundo, es una de estos viajeros que busca experiencias diferentes y las retrata con su cámara.
Anne, ¿cómo te llega la invitación para participar en El Dorado?
Albert Folch, fundador y director de Folch Studio, fue la persona que me ofreció esta oportunidad. Había trabajado para Folch Studio en alguna ocasión y fue precisamente en una reunión de trabajo donde surgió el tema de mi viaje por la Ruta 66. Al cabo de poco, Albert se puso en contacto conmigo para preguntarme si quería participar en el proyecto de experiencias de viaje Eldorado y acepté encantada.
Un mes y medio haciendo fotos en la carretera más mítica de EEUU
¿Por qué decidiste recorrer la Ruta 66?
Hay muchos lugares especiales en todo el mundo, a los cuales siempre he querido ir. Muchos de ellos, a día de hoy, todavía los tengo pendientes. Pero he de decir que la estética de la Ruta 66 hacía que ese viaje estuviera entre mis predilectos. Cada vez que veía imágenes de mis referentes fotográficos, me emocionaba. Resurgía algo dentro de mí que me causaba muchísima admiración y a la vez me conmovía.
Es un trayecto bastante recorrido por artistas, escritores y cineastas, ¿cómo buscaste un enfoque distinto?
Al final, no creo que se trate tanto el buscar un enfoque distinto a los demás. Cada artista tiene su forma de ver la fotografía, los sentimientos son personales. Los instantes que vivimos pueden llegar a causar algo totalmente distinto en cada uno. Este viaje en concreto, me lo tomé como una liberación y me dejé llevar por lo que cada momento que viví me hacía sentir.
¿Qué supuso para ti a nivel artístico este viaje?
Un vez allí, lo viví como si hubiera cumplido un sueño que llevaba deseando desde hacía mucho. Parecía una niña pequeña con una mirada que no cesaba de brillar, queriéndolo fotografiarlo todo. Para mí fue un antes y un después, profesionalmente hablando. Durante más de un mes y medio estuve fotografiando en analógico sin saber el resultado final de mis imágenes; eso fue algo bastante inquietante y complicado. La ruta en si, te ayuda a que las fotografías salgan solas, pero al ir con varios amigos que no paraban de fotografiarlo todo con sus móviles, en muchas ocasiones me hacía dudar si las fotografías que revelaría al volver, mostrarían aquello tan especial que había sentido yo en cada momento al captar esos instantes o simplemente se quedarían en algo superficial. Fue una pequeña introspección hacia mi misma.
¿Cómo enfrentaste a nivel estético las fotografías? ¿Qué referentes visuales te planteaste?
Siempre intento que la arquitectura y las líneas rectas no pasen desapercibidas en mis imágenes. Intento que haya puntos de fuga y que en general me creen una estabilidad visual. Tengo una gran admiración por la fotografía de los años 70 y 80. Por mucho tiempo que pueda pasar, siempre causan algo en mí las obras de Stephen Shore, William Eggleston, Joel Meyerovitz, Vivian Sassen o Nan Goldin y podría decir que siempre están presentes como mis referentes. Aunque una de mis grandes debilidades es la fotografía de cine y esto también repercute en mi estilo fotográfico y la luz que intento captar. Las series fotográficas de Gregory Crewdson y la luz que busca tienen una gran influencia en mi forma de trabajar.
Supongo que has conocido a mucha gente, los retratos de personajes son geniales, ¿cómo fue esa experiencia? ¿Entraste en contacto con ellos?
En realidad, esta parte es una de las cosas que más feliz me hacía en el viaje. Soy una persona bastante reservada y me costaba bastante hablar con la gente para luego poderla fotografiar. Esto fue todo un reto para mí. Tuve que empezar a dejar la vergüenza a un lado para conseguir esas fotografías tan buscadas y sinceramente, fue una experiencia increíble. No solo por conseguir los retratos. El hecho de poder mantener conversaciones con ellos y que te contaran parte de su vida era muy emocionante. Me cautivaban tanto y entrábamos en conversaciones tan largas que al final estaban encantados de posarme y de que les hiciera varios retratos.
¿Cómo fue a nivel de producción el viaje?
Quisimos que lo especial de este viaje fuera el dejarnos llevar, siempre con un mínimo control pero nos guiábamos mucho por estar el tiempo que quisiéramos en cada condado. Creo que esto fue lo encantador de toda la ruta. El hecho de poder decidir el tiempo que queríamos pasar en cada lugar con la tranquilidad de que íbamos con una motorhome y eso nos lo facilitaba mucho.
Creo que este trabajo tiene una segunda parte, ¿qué nos puedes adelantar?
La segunda parte es que me encantaría poder hacer mi primer libro dónde se recopilara parte del trabajo que realizo durante mis viajes. Cada vez que tengo la oportunidad de viajar, vuelvo con un amplio material de fotografías en analógico y querría que mi primer libro recopilara parte de lo que he vivido. Aunque soy consciente de que va a costarme bastante llevarlo a cabo. Soy muy crítica y exigente conmigo misma y quiero que cuando lo haga, esté orgullosa de cada imagen seleccionada.
Espero poder hacerme feliz en breve y no tardar años para que llegue ese momento (risas).
Tu fotografía se mueve en varios ámbitos, desde la moda al trabajo más personal, háblanos un poco de tu trayectoria...
Estudié diseño gráfico y un master de fotografía en Barcelona, en Elisava. Desde hace poco más de cuatro años, me dedico a tiempo completo a mi pasión. Gracias a la confianza de varias revistas y clientes, he podido hacer poco a poco que mi sueño se haga realidad y pueda dedicarme a ello con totalidad. No podría encasillarme nunca en un estilo de fotografía, ya que para mi es tan importante lo que me transmite la fotografía de moda, como la de producto, retratos o la documental y personal. Los estilos se complementan los unos con los otros, aportándose.
Mi fotografía de moda no sería la misma si no tuviera la oportunidad de dedicarme también a la de reportajes documentales de viaje. En definitiva, no podría vivir sin ninguno de los distintos sectores a los qué me dedico. Algo que siempre está muy presente en mi día a día, es que nunca puedes cerrarte a algo. El aprendizaje es el arte de vivir y siempre me quedará mucho por aprender y para seguir creciendo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.