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Tentaciones

¿Hasta cuándo podremos vivir en el centro de las ciudades? Así nos afecta la turistificación

Pedro Bravo analiza en 'Exceso de equipaje' los efectos del 'boom' del turismo en España y también a nivel mundial

El turismo es un fenómeno que se encuentra en constante expansión y en continua mutación. Por su influencia en las economías de los distintos países y también por el efecto que está produciendo en la vida, las relaciones y el urbanismo de las grandes capitales, el 'boom' turístico se ha convertido en objeto de debate. El periodista y escritor Pedro Bravo, autor de libros de ficción como La opción B, (2012) y del ensayo Biciosos, 2014, trata de profundizar en este fenómeno en Exceso de equipaje, que acaba de publicar Debate.

Palabras como gentrificación, turismofobia, Airbnb, vuelos lowcost o sostenibilidad se han convertido ya habituales en las conversaciones entre los políticos, en los medios de comunicación, pero también en las charlas entre amigos. Es decir, el fenómeno ha pasado de ser un "motor de la economía", como se le denominaba siempre, a una preocupación general, porque nos afecta a todos de una u otra manera. O como habitantes de las ciudades o como futuros visitantes de algunas de ellas. Charlamos con Pedro Bravo sobre las historias cruzadas sobre el turismo y su evolución que recoge en Exceso de equipaje.

Hablas en tu libro de 2015 como el momento en el que, al buscar piso de alquiler, comienza a preocuparte el fenómeno del turismo en Madrid, ¿qué efectos además de la subida de precios comenzaron a notarse?

Lo peor es lo de los pisos, claro. La oferta menguante y los precios que subían y suben como cohetes. Hay factores varios para eso pero, sin duda, las viviendas de uso turístico son clave. ¿Más cosas? Bueno, es muy malo para la salud de una ciudad que los barrios se especialicen. El urbanismo sano es el que luce una mezcla de usos residenciales comerciales, de oficinas. Y con el turismo puede pasar que se sature de oferta comercial, principalmente de servicios de hostelería. Esto está pasando ya en muchos lugares del centro de Madrid y, por supuesto, en Barcelona, Valencia, Lisboa, Amsterdam y cientos de sitios más. Cada vez hay menos vecinos y hay más turistas, eso afecta a las tiendas que dejan paso a los bares y restaurantes. En esto también hay otros factores de la evolución de la economía y su aplicación en las ciudades, ojo, no solo el turismo.

"Hay gente en Madrid haciendo las cosas raras que hacemos todos cuando somos turistas, como es desayunar un 'brunch' un martes en una terraza en la Plaza Juan Pujol, que no es especialmente bonita, con cara de estar en el lugar más bello del mundo y a cero grados"

También, al desaparecer el vecino puede desaparecer la confianza creada que no se suele tener con quien está de paso. Por lo demás, Madrid, ni entonces ni ahora, parece estar siendo el parque de atracciones del sexo, las drogas y el rock and roll como ocurre en otros lados (aunque si preguntas a los bares del centro te dirán que hacen la mayoría de su negocio de ellos). Pero en según qué barrios, y yo practico mucho Malasaña por motivos laborales, hay gente haciendo las cosas raras que hacemos todos cuando somos turistas, como es desayunar un brunch un martes en una terraza en la Plaza Juan Pujol, que no es especialmente bonita, con cara de estar en el lugar más bello del mundo y a cero grados. Lo cual, por supuesto, no tiene nada de malo excepto para sus vías respiratorias.

¿Cómo era el turismo antes de esa fecha y hacia dónde ha ido mutando?

Bueno, el turismo, como cualquier negocio, no cambia en una fecha, sino que sufre un proceso de constante mutación en busca del crecimiento empujado por las empresas que viven de él y por la tecnología, que ahora sí que avanza una barbaridad. Si juntas la expansión definitiva de la aerolíneas low cost con el desarrollo brutal de las agencias de viajes online (OTAs por sus siglas en inglés), los comparadores de precios y plataformas como Airbnb, la cosa se pone a velocidad de la luz. Al tiempo, las ciudades y los territorios, invierten más en promoción e infraestructuras porque saben que en eso hay cuentas que le pueden salir a la hora de quedar bien con los electores.

Pero, y aquí ya hablo de la mutación, la gente ya no quiere lo mismo, el hotel, el museo, el palacio, el restaurante en la Plaza Mayor. Puede querer eso o puede querer pasar como un viajero o como un habitante cualquiera de la ciudad. Vivir lo que se llama en el sector una "experiencia", que dicen que es lo que está cambiando todo. Personalmente, creo que todo viajero ha buscado siempre experiencias, desde Heródoto al tío Matt de Los Fraggle, porque, si no, ¿para qué coño iba a tomarse la molestia de moverse de casa?

¿Cuándo comienza a sentirse la turismofobia y en qué consiste exactamente?

¿En qué consiste? Pues depende a quién le preguntes. Yo creo que lo que se ha llamado turismofobia no es odio al turista, al otro, como muchos interesados han querido hacernos entender, sino el grito de mucha gente contra un modelo turístico que sólo busca engordar los números de visitantes y la rentabilidad aunque eso signifique pasar por encima de derechos como el de la vivienda, el descanso, el del trabajo digno, etc. Es una protesta social. ¿Cuando comienza?

Pues yo creo que desde que hay turismo, otra cosa es que no nos hayamos enterado. Los primeros que empiezan a cuestionar modelos son, posiblemente y como casi siempre, los ecologistas en zonas de costa y de naturaleza. El asunto es que, hasta que el turismo no invade territorios urbanos con alta capacidad de resonancia mediática, como Barcelona, la cosa no llega a conocerse bien. Y en Barcelona la chispa termina de encender la mecha en agosto de 2014, cuando las fotos de esos tres italianos correteando en pelotas por la Barceloneta de buena mañana dan la vuelta al mundo y se visibiliza el problema también en la propia ciudad.

Como te preguntas en el libro, ¿hay algún límite para el turismo deseable en cuanto a su cantidad?

No sé. Depende de la atracción turística y de sus condiciones medioambientales, económicas y sociales, supongo

"Al mercado le interesa mucho el turismo porque le es muy rentable, incluso aunque sea 'low cost', y lo que interesa mucho al mercado suele ser muy difícil de parar. Las competencias y recursos de las ciudades son una minucia comparado con ese poderío del sistema capitalista pidiendo más"

Uno de los efectos claros es la gentrificación de ya (casi) todos los barrios del centro: cierre de locales tradicionales, proliferación de apartamentos turísticos, etc... ¿Hay marcha atrás? ¿Por dónde pasarían, según tu punto de vista, las posibles soluciones?

Bueno, más que gentrificación, que es la sustitución de unos moradores por otros de más poderío económico que los expulsan, esto de la turistificación es la expulsión de unos vecinos para que vengan unos visitantes de paso que no necesariamente tienen más pasta. ¿Hay marcha atrás? Ya veremos. Tal y como yo veo el panorama, difícil. El turismo es el cuarto sector económico del mundo y subiendo, genera más del 10% del PIB planetario, 1.322 millones de movimientos internacionales el último año, el 7% más que el anterior que ya fue récord... Al mercado le interesa mucho el turismo porque le es muy rentable, incluso aunque sea low cost, y lo que interesa mucho al mercado suele ser muy difícil de parar. Las competencias y recursos de las ciudades son una minucia comparado con ese poderío del sistema capitalista pidiendo más. Pero es que está por ver que alguien quiera frenarlo. El turismo en España, por ejemplo, cuenta como exportación y, sin él, nuestra balanza de pagos sería todavía más triste. Quizá sólo una buena crisis económica, medio ambiental o bélica pueda frenarlo. Y con esto no quiero decir que haya que desear que pase algo así.

Hay en Madrid barrios que tradicionalmente no han sido turísticos, por ejemplo, Lavapiés que ya también comienzan a sentir los efectos del turismo, ¿es un fenómeno que no se puede parar de ninguna manera?

Bueno, Lavapiés lleva un varios años siendo invadido por viviendas de uso turístico, es uno de los barrios con más alta incidencia de ese tema. ¿Se puede parar? No lo sé, pero desde luego se puede intentar mucho mejor de lo que lo están haciendo la Comunidad, que es quien tiene las competencias principales sobre turismo y no hace nada, y el Ayuntamiento, que es quien dice que está haciendo algo aunque cueste apreciarlo. El problema es la contradicción eterna entre querer más visitantes y pretender que eso no afecte. El crecimiento global de turismo es voraz precisamente porque es crecimiento y porque es global. Pretender pararlo con buenas intenciones es como tratar de calmar a Hulk con canciones de Björk.

Barcelona, en este sentido, comenzó a sentir los efectos antes de Madrid, ¿por qué?

Barcelona aprovecha las Olimpiadas para darse a conocer en todo el mundo y lo hace, según los que saben, con una estrategia muy bien planteada que la convierte en una de las ciudades más reconocidas del mundo. Más allá de lo que le guste o no a uno el modelo y de los problemas que está causando la sobredosis de éxito y la imposibilidad de frenar la atracción de un imán así, hay que reconocer que esa manera de mostrarse a partir de una planificación hecha entre lo público y lo privado en un caso de éxito de narices en el sector. En Madrid las direcciones generales de turismo y las administraciones en general han pensado que se trataba nada más de tener unas Olimpiadas, que con eso y un "relaxin cup of café con leche" ya triunfábamos.

Barcelona, por eso, empieza a tener hordas de turistas en multitud de barrios hace muchos años, formas de turismo diversas también, que van de la despedida de soltera con diadema de pene en la cabeza al ricachón de hotel de cinco estrellas y barra libre de Mumm pasando por el turismo médico y la abundancia de cruceros (más de 800 al año que traen a casi tres millones de personas, casi nada). De siempre, todas las ciudades han envidiado el éxito de Barcelona. Y ahora que ven que la cosa se está saliendo de madre, todas esperan no llegar a ser así, aunque los hechos les muestren cada día que van por el mismo camino.

Tiene la 'turistificación' algún efecto positivo además de que el turismo, obviamente, es una fuente de ingreso económico para las ciudades.

Hay que empezar a discutir el axioma de que el turismo genera grandes ingresos económicos para las ciudades. Empieza a haber estudios en algunas, Amsterdam, por ejemplo, que los discuten. Sí, el turismo mueve mucho dinero y crea mucho empleo, pero el movimiento de dinero no necesariamente acaba en la ciudad y el empleo tiende a ser estacional, temporal y precario. Si el propietario de la empresa con más número de viviendas de uso turístico de Madrid es una cadena hotelera norteamericana, si las líneas aéreas que traen a la gente son todas de fuera, si las contrataciones son de agencias extranjeras, si para mantener los precios baratos para ser competitivos con, por ejemplo, Zagreb, hay que pagar una mierda a los camareros..., ¿de verdad estamos ganando dinero? En serio, conviene que miremos con detalle este asunto porque a veces confundimos los datos marcoeconómicos, que suelen hablar de un dinero que no nos afecta demasiado, con nuestra realidad. Pero, claro, cuesta menos invertir en infraestructuras turísticas que invertir en I+D+i y los resultados lucen más rápido, y como de lo que se trata es de ganar las siguientes elecciones, no de hacer que vivamos mejor...

En tu libro inicias un viaje que de Madrid y Barcelona, te lleva a otros lugares como San Francisco, donde comenzó el fenómeno de Airbnb, ¿qué condiciones se dieron en esa ciudad para ser pionera?

"San Francisco también es interesante porque ahí ha habido una de las primeras peleas gordas entre la plataforma y la ciudad, con una inversión de hasta ocho millones de dólares por parte de Airbnb en lobby y campañas de publicidad y de presión"

Pues que los tres fundadores vivían allí y empezaron poniendo en alquiler unas colchonetas hinchables que tenían en su apartamento, en el de dos de ellos. La cosa, además, tiene mucho que ver con que es la región que es el centro de los negocios relacionados con la tecnología. De ahí, desde 2008, crecieron a la velocidad de la luz y se expandieron por todo el mundo (salvo Corea del Norte y dos o tres países de ese porte, puedes tener casa en todas partes). Pero San Francisco también es interesante porque ahí ha habido una de las primeras peleas gordas entre la plataforma y la ciudad, con una inversión de hasta ocho millones de dólares por parte de Airbnb en lobby y campañas de publicidad y de presión. Y también porque es la primera que realmente ha metido en cintura, tras decisión judicial, y la tiene retirando anuncios ilegales y respetando escrupulosamente las normas, cosa excepcional.

Y el resto de las ciudades que visitas, ¿con qué criterio las seleccionaste?

Cada capítulo del libro elijo una ciudad como símbolo de lo que quiero contar. Quizá el único que trata sólo de un lugar es el de Barcelona porque es un lugar modélico. Modelo de éxito, de saturación y de plan para cambiar el asunto. Me pongo en Bali para hablar de cómo la tecnología nos acerca a todo el mundo. Benidorm para hablar de la historia del turismo en España, Venecia para la del mundo, Grecia como excusa para hablar de la economía del turismo. Florida, la capital de los cruceros, para hablar de temas medioambientales... Pero en el libro, cada capítulo, salen cientos de lugares. El turismo, su crecimiento, es un fenómeno global. No se puede entender sin mirar los factores que lo provocan y si fijarse en todo el mundo.

¿Es el odio al turista algo irracional o hay manera de encontrarle cosas positivas?

Yo no tengo tan claro que haya mucho odio al turista y, en cualquier caso, el odio en una emoción que no tiene nada de positivo. Como te decía antes, sí creo que hay mucha gente harta y molesta con el modelo turístico que los excluye, personas que se pueden sentir ninguneadas porque pueden tener la sensación de que sólo se piensa en el disfrute del que viene pero no en la vida del que está. Imagínate que en tu casa, de pequeño, tus padres fuesen tan hospitalarios que invitasen todo el rato a gente que dejaba monedas en la mesa que venían bien para los gastos pero que te hacían dormir en el sofá, soportar ruidos, dejase sus cosas en el wáter sin tirar de la cadena, etc. La cosa te tocaría un poquito las narices, seguramente.

¿Hay alguna ciudad en el mundo que practique unas políticas sostenibles de turismo?

Hay ciudades que están intentando hacer cosas. Barcelona tiene un Plan Estratégico que conceptualmente tiene buena pinta aunque hay que ver cómo se desarrolla en la práctica. Amsterdam está empezando a recular del todo vale y, por ejemplo, no permite abrir negocios turísticos en según qué calles y zonas. En fin... La sensación de saturación es algo muy reciente y no hay ahora mismo un caso de éxito que sacar en procesión, entre otras cosas, repito, porque nadie quiere renunciar a esos número macros que tantísimo lucen.

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