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CLAVES
Columna
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Populismo antipopulista

Encarnar la ruptura con el 'statu quo' es algo que en estos momentos parece otorgar un notable 'sex appeal'

Máriam M-Bascuñán
Matteo Renzi a su llegada a una conferencia de prensa en Roma.
Matteo Renzi a su llegada a una conferencia de prensa en Roma.Alessandra Tarantino (AP PHOTO)

“¡No a un Gobierno con extremistas!”, declaraba Renzi. Por lo visto, el PD no pactará con esos radicales cuya única estrategia, a juicio del vanidoso líder, es la antipolítica, el antieuropeísmo y el odio verbal. No le falta razón. Pero las torpes declaraciones del fracasado primer ministro bien podrían explicar su debacle: este populismo antipopulista del establishment político, basado en una condena moral, lejos de desvelar su vileza, quizás los convierta en una opción aún más atractiva. ¿Por qué no integrarlos obligándolos a confrontar sus vacuas promesas?

Se prefiere el efecto performativo del juego de provocación-reacción, como señala Yascha Mounk en The People Vs. Democracy: los populistas encarnan la ruptura con el statu quo, algo que en estos momentos parece otorgar un notable sex appeal. Es una de sus tácticas: despertar la ira de las fuerzas tradicionales para que, a través de la condena unánime, se dibuje la ansiada línea de división, ese “nosotros” que enfrenta a la vieja guardia contra un cuerpo de voceros prestos a escandalizarlos desde la otra trinchera. Es así como se erigen en representantes de una alternativa ficticia, pues su estrategia se basa en el fondo en la mera retórica, no en un proyecto político digno de tal nombre.

Pero ahí tenemos a Alemania, con los ultras de la Afd como líderes de la oposición, y a esa Italia donde Berlusconi (¡uno de los padres del actual populismo!) se presenta como el garante del sistema, fraguando así su fulminante derrota. Este es el penoso nivel en el que estamos, pues los políticos de siempre llevan mucho tiempo afirmando una identidad que los reduce al mero hecho de ser antipopulistas, al abrazar un liberalismo delirante que en cada esquina ve perversos cataclismos. Desde esta posición, ciertamente conservadora, eluden formular una autocrítica que cambie por fin el statu quo, pero también articular un proyecto político que consista en algo más que rasgarse las vestiduras ante los nuevos bárbaros. Y así, con cada contienda electoral preparan el camino del éxito populista, al asumir ridículamente la línea de demarcación que más interesa a sus adversarios. @MariamMartinezB

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