_
_
_
_
MIRADOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Caligrafía

Saber escribir a mano con letra clara y legible ha dejado de ser prioridad en muchas escuelas

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Me gusta recrearme en las formas de las letras que aprendieron a dibujarse en aquellos cuadernos de mi niñez.
Me gusta recrearme en las formas de las letras que aprendieron a dibujarse en aquellos cuadernos de mi niñez.Santi Burgos

La primera versión de mi columna la escribo siempre a mano. Necesito tener un lápiz o un bolígrafo entre los dedos para dar sentido al impulso inicial de los pensamientos. Trazar así el curioso bordado que habita en mi propia caligrafía. Me gusta recrearme en las formas de las letras que aprendieron a dibujarse en aquellos cuadernos de mi niñez. Todavía recuerdo los palotes repetidos, esas líneas que teníamos que copiar y se torcían, el esfuerzo de mis pequeños dedos trazando las formas de las letras.

Las teclas se me resisten cuando quiero disfrutar del proceso mismo de las ideas que se enlazan y dan sentido a un argumento o a una reflexión. Por eso me preocupa que los niños ya no aprendan caligrafía. Que los teclados se adelanten a los ritmos del aprendizaje y borren ese espacio íntimo de los cuadernillos llenos de trazos temblorosos que luego se hacían palabras tenaces y enlazaban pensamientos complejos. El punteado de aquellas aseveraciones que a los cuatro años ya son trascendentales: “Mi mamá me mima. Amo a mi mamá”.

Muchos de los documentos históricos que dan sentido a nuestro presente se escribieron con las caligrafías minuciosas de unas manos. En Estados Unidos algunos padres se lamentan al descubrir que sus hijos ya no aprenden caligrafía en el colegio, y que ahora son incapaces de leer el hermoso trazo de las oraciones escritas a mano. Los pequeños contemplan indiferentes el documento de la Declaración de Independencia que todos sus antepasados han sabido leer sin problemas. Son nuevas generaciones solo alfabetizadas con las mayúsculas que habitan en los teclados y sus minúsculas de molde proyectadas en la pantalla, no saben reconocer la caligrafía de las letras amanuenses. Ya no aprenden una habilidad que durante siglos ha sido pilar del conocimiento y la articulación del pensamiento.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El alfabeto caligráfico que alberga cada individuo se compone de trazos sutiles que representan un estilo propio, una huella peculiar y evidente de la expresividad personal. Saber escribir a mano con letra clara y legible ha dejado de ser prioridad en muchas escuelas. Ser habilidoso en el teclado es indudablemente necesario, pero no tiene que significar prescindir del minucioso proceso de la alfabetización y la caligrafía bien aprendida. Ese arte que hemos heredado de las escrituras caligráficas de los últimos 2.000 años. Quitarles a nuestros hijos la posibilidad de existir en la escritura caligráfica, es como no enseñarles a cocinar y someterles a las industriales comidas precocinadas que se calientan en el microondas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_