Un mundo para todo el mundo
Nuria Varela y Antonia Santolaya publican la historia gráfica de la lucha feminista, 'Feminismo para principiantes'
Un par de cafés en la mesa y una conversación que no cesa. No hay silencio ni discusión, hay debate, muchos puntos de vista y una especie de hormigueo constante de conceptos e ideas. Nuria Varela, periodista y escritora, y Antonia Santolaya, ilustradora, llevan varios años trabajando juntas. Su último proyecto es un libro lleno de historia, la del feminismo, la que cuenta esa realidad obviada en muchos otros libros y en la que hubo y hay mujeres, por supuesto, cientos de ellas.
El día que Varela y Santolaya se reunieron en la cafetería del madrileño Matadero eran las 11.00 de la mañana y la mesa en la que intentaron hacerlo tenía un cartel de reservado. Al resto de sitios libres les llegaba una continua y fresquita corriente de aire; dieron igual las explicaciones. Esa mesa estaba reservada para la comida, tres horas después, y allí no se podía sentar nadie. Es un detalle, nimio pero clarividente, de cómo lo establecido, a veces, es inamovible. "Las cosas son como son", dijo el camarero, y parecían no poder ser de otra forma.
La cuestión es que, a pesar de lo inflexible de la historia, del empeño durante siglos de arrinconar a las mujeres, se abrieron hueco. Poco a poco, sí, pero hueco. Y ahora, como en una tela agujereada, cada vez hay más espacio por donde se cuela la luz; lo que significa que, a veces, las cosas sí pueden ser de otra forma. El pasado jueves, 8 de marzo, fue un jirón enorme en ese tupido manto de machismo y patriarcado, palabras que todavía chirrían en la mente de muchos, pero que denotan una realidad que confirman las cifras y las estadísticas (las que hablan de brecha salarial, de paro, de las horas invertidas en cuidados, de violaciones y violencia...).
Para poner contexto a esos datos que hoy recorren las cabeceras de los periódicos, las redes sociales y los informes de organismo de todo el mundo, hace falta un poco de historia. "Ilustrada, mejor aun", apostilla Nuria Varela. A Santolaya le pareció “un regalazo” la proposición de la escritora, ilustrar Feminismo para principiantes (Ediciones B, 2018); aquella idea que la periodista tuvo hace ya 13 años y que ahora se convierte en una oportunidad para llegar a más gente: “Con la ilustración ocurre eso, llegas a lectores que de otra forma no alcanzarías y puedes extender más aquello que quieres compartir”. Varela recuerda 2005, cuando apenas había libros de feminismo traducidos al castellano, "ni biografías, ni acceso fácil a ningún tipo de documentación, ni nada...".
Hace más de una década, como ahora y como siempre, todo se podía mirar desde dos perspectivas. “La botella está medio llena si nos damos cuenta de lo mucho que hemos avanzado, porque sí, efectivamente, el feminismo es una historia de éxito. También puede verse medio vacía si pensamos en el poder del patriarcado, en el combate que libra, con todas sus fuerzas, contra esa misma historia de éxito, con un mínimo avance en el mundo de la cultura y la educación”. Varela se queda con la primera parte: la botella llena, el paso hacia delante.
Santolaya, a su lado, cree que la sencillez y la claridad del libro son más necesarias que nunca entre la confusión y la marea de barro que a veces llega hasta el feminismo. La escritora la llama Toña, ¿ella qué piensa? La ilustradora contesta: “Seguimos culpabilizándonos, a nosotras mismas y a las demás. Siempre estamos en el punto de mira. Por eso me pareció tan importante este proyecto”. 235 páginas de nombres, bibliografía, hitos, victorias. “Los referentes visuales son vitales. En las aulas todos son masculinos, siempre. Y si nos paramos a pensar y visualizamos, solo imaginamos a hombres. Hay que cambiar esas imágenes, los patrones pueden cambiar”.
Según Varela la dificultad es "cero". Voluntad política, dice, es lo único que hace falta. "Es la diferencia entre cambiar las cosas o no. Y no hacerlo es un enorme fracaso como sociedad". La escritora —que participó en la creación del Ministerio de Igualdad en 2008 como directora del gabinete de la ministra Bibiana Aído— se refiere a la falta total de consenso para un mínimo de valores y principios que puedan llegar al aula, ni siquiera mientras se trabaja en el Congreso en un pacto educativo. "No hay mirada de género. Esto no es cuestión de presupuesto, es de ganas. Y no solo en las aulas de primaria o de secundaria. También en las universidades". Para los jueces que después de hacen cargos de casos de violencia de género, para la abogacía, en Medicina, en Trabajo Social, en Administración y Dirección de Empresas, en Psicología. "Mientras no haya un cambio educativo a todos los niveles, cualquier cosa será un paripé", sentencia.
Mientras, hay multitud de cosas que cambiar. Ambas apuntan algunas: quitar el foco de las mujeres y ponerlo en el patriarcado, que ser feminista deje de tener un coste elevado, que los hombres hagan de forma proactiva el mismo ejercicio de conciencia que han llevado a cabo las mujeres sobre la igualdad y se impliquen sabiendo que tendrán que renunciar a ciertos privilegios, que deje de corromperse el lenguaje haciendo, por ejemplo, un uso erróneo de feminismo radical (que, en realidad, es el movimiento surgido en el 67 y que busca ir a la raíz de la dominación, el patriarcado, para eliminarla). "Hemos conseguido pintar las paredes, sí, y nos han quedado bastante bien, pero no hemos conseguido tocar los cimientos. Eso es lo que nos ofrecieron las feministas radicales. Quien habla en términos negativos, desconoce el discurso", explica Varela.
El prólogo del libro incluye una frase de Gary Wills: "El radicalismo de ayer se convierte en el sentido común de hoy". Hasta que ese sentido común llegue, lenta pero inexorablemente, ambas apuestan por cumplir las leyes, de entrada; por dejar que crezca la ruptura del silencio, uno de los cambios que dejó 2017 de forma más clara; y por dejar paso a la historia. En este relato gráfico de la historia del feminismo hay muchos capítulos, nombres, conceptos y victorias que faltan. Pero están por llegar.
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