La aventura empresarial de la ex primera dama británica Samantha Cameron
Fue primera dama británica durante seis años. Hasta que el desenlace del referéndum sobre el Brexit desalojó a su marido, el ex primer ministro David Cameron, del número 10 de Downing Street. Ahora ha fundado Cefinn, su firma de moda. Y sus diseños ya han conquistado incluso a la nueva inquilina de la Casa Blanca, Melania Trump.
A LO LARGO DEL último año y medio, Samantha Cameron (Londres, 1971) ha padecido unas cuantas noches de insomnio. Ex directora creativa de la firma de papelería y accesorios de lujo Smythson; esposa del anterior primer ministro británico, David Cameron, y madre de cuatro hijos, con su nueva vida como empresaria ha encontrado numerosos problemas para conciliar el sueño. En febrero de 2017, pocos meses después de que el resultado del referéndum sobre el Brexit llevara al matrimonio Cameron a abandonar el número 10 de Downing Street, lanzó Cefinn, su firma de moda. “Todo el mundo te avisa de que cuando montas una start-up no duermes en tres años. Problemas en la producción, no retrasarme… y, obviamente, el dinero, porque tienes que contratar a 10 personas y construir una web antes de haber empezado siquiera a vender”.
Cefinn es un nombre compuesto en parte con las iniciales de sus hijos. Y la firma tiene su cuartel general en el londinense distrito de Kensington. El espacio, abigarrado, está ocupado por un equipo joven. La estructura es “horizontal”. Y Cameron se describe a sí misma como una jefa “muy participativa”. Ella esboza los diseños, que nacen de sus propias necesidades. “Años atrás, mi puesto en Smythson era creativo, pero a un nivel muy sénior. Me resultaba difícil encontrar ropa que plasmara esa combinación. Quería ir elegante, pero sin llevar un atuendo corporativo que no refleja mi personalidad”.
“El mandato de David tuvo un final abrupto, pero siempre tuve la mentalidad de que podríamos no estar ahí al día siguiente”
Con colecciones de escala contenida —de 25 a 30 piezas por temporada—, Cefinn está dirigida a mujeres urbanas y ocupadas que necesitan un fondo de armario refinado que funcione desde la oficina hasta el cóctel. Para favorecer la versatilidad de las piezas, fabricadas con tejidos de calidad y atención al detalle, utiliza materiales fáciles de lavar que no se arrugan demasiado. El rango de precios se sitúa en el segmento mid-market: los vestidos, que son los superventas de la colección, van de los 280 a los 470 euros.
La diseñadora conoció a David Cameron en 1992 a través de su amiga Clare, hermana del político tory. Se casaron en 1996 y en 2002 nació su primer hijo, Ivan, que sufría epilepsia severa y parálisis cerebral y murió con seis años de edad. Nancy, Elwen y Florence llegaron en 2004, 2006 y 2010, respectivamente. La familia vive de nuevo en su casa de North Kensington. “El mandato de David tuvo un final abrupto, pero en política nunca sabes lo que puede pasar. Yo siempre lo enfoqué con la mentalidad de que podríamos no estar ahí al día siguiente. Y para los niños puede que haya sido bueno. A la más pequeña le encantaba Downing Street y Chequers [la casa de campo del primer ministro], la atención, tanta gente a su alrededor… Se habría acabado convirtiendo en una princesita monstruosa”, bromea Cameron. “Con los dos mayores hay mucha presión si tu padre ocupa un cargo público. Aunque nunca se quejaron ni tuvieron ningún problema concreto en la escuela, creo que agradecen que esa presión no sea tan intensa”.
Aunque la fase gótica por la que pasó de adolescente o el delfín que tiene tatuado bajo el tobillo sugieren cierta rebeldía —ha llegado a verse obligada a desmentir haber votado a los laboristas—, su árbol genealógico como hija de un baronet y una vizcondesa rezuma establishment puro. Y su sangre también pertenece a la aristocracia de la moda. Su madre, lady Annabel Astor, fue diseñadora de joyas y hoy pilota el negocio de muebles OKA. Su hermana, Emily Sheffield, fue subdirectora de la edición británica de Vogue hasta el año pasado. Su tía Sue Jones trabajó para el diseñador Jasper Conran. Y una de sus primas es Cath Kidston, fundadora de la famosa firma de hogar del mismo nombre. Del club de las primeras esposas —el papel de primera dama no es oficial en Reino Unido—, Sam Cam es la primera que se reinventa como diseñadora de moda. Cada error que cometa será examinado al milímetro. “Mi posición da una difusión que de otro modo no tendrías”, admite. “Tienes que asegurarte de que no te decepcionarás a ti misma”.
Para Elizabeth von der Goltz, directora global de compras de Net-a-Porter, Cefinn se codea con otras marcas como Max Mara, Theory y Joseph, pero en un estilo más femenino: “Samantha ha producido la colección cápsula definitiva de básicos de armario y looks de transición para comprar ahora y ponerse ya. Además de funcionales y prácticos son estilosos”. Sasha Sarokin, directora de compras de la boutique online The Modist, subraya la capacidad de esta firma “para adaptarse a las exigencias de la vida diaria combinando forma y función”. Junto con Cefinn.com —que ahora también realiza envíos a España—, Net-a-Porter y Selfridges han sido los únicos puntos de venta de la marca en su primer año. En 2018 se prevé ampliarlos e introducir nuevos estampados y tejidos. Y a largo plazo, una línea de zapatos y accesorios de piel.
Para Samantha Cameron, la moda fue su vocación de adolescente. Acabó estudiando Bellas Artes en la Universidad de Bristol. En 2010 afrontaba la elección de su marido como primer ministro cuando ella dio a luz a su cuarto hijo. Dejó su puesto directivo en Smythson. Y la vieja idea de montar un negocio propio volvió a cobrar fuerza. “Una amiga mía empezó a venir una vez a la semana a Downing Street para enseñarme costura y patronaje. Después empecé a pedir a mis amigas que se probaran un número interminable de prendas de distintos cortes para ver qué les quedaba bien y con qué se sentían cómodas”. Muy pocos sabían qué se estaba tejiendo en Downing Street. Uno de ellos era el ex director creativo Christopher Bailey, de Burberry, a quien años atrás Samantha le había revelado sus intenciones de fundar su propia marca. Otra era la todopoderosa editora de Vogue USA Anna Wintour, una de las primeras personas que vieron terminada su colección de debut. “Me dio muy buenos consejos: por ejemplo, que no tuviera miedo a ser atrevida y que no me limitara creativamente por intentar ser comercial”, recuerda Cameron.
La nueva inquilina de la Casa Blanca, Melania Trump, es admiradora de Cefinn y el pasado octubre apareció en un acto público con un vestido de la marca. Sobre la polémica que ha salpicado a la primera dama americana (a quien diseñadores como Marc Jacobs o Tom Ford se han negado a vestir), Samantha Cameron transmite empatía genuina. “Hay que entender que te lanzan a una situación que no es tu profesión y que no necesariamente has elegido”. ¿Le gusta que la mujer de Trump lleve su ropa? Tras un silencio casi imperceptible, contesta: “Ella compró el vestido en Net-a-Porter, y creo que no me corresponde a mí decir a la gente si puede o no llevar mi ropa”.
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