Cibertensión en Múnich
Los ataques en las redes y la desinformación se convierten en graves problemas de seguridad
Hace pocos años hubiera resultado impensable que los ataques cibernéticos y la desinformación en Internet fueran el punto polémico de la cumbre global más importante sobre seguridad. Pero eso es precisamente lo que reflejó ayer en Múnich el cruce de acusaciones y desmentidos entre el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Herbert McMaster. Un buen indicativo de la importancia —y el esfuerzo que es preciso realizar— de un terreno que se ha convertido en crucial en la política de defensa de cualquier país.
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El desabrido y poco diplomático tono empleado por el ruso —que llegó a calificar de “palabrería” las acusaciones realizadas por la fiscalía de EE UU sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales que llevaron a Trump a la Casa Blanca— apunta a un cambio de estrategia de Moscú ante unas acusaciones cada vez más numerosas y fundamentadas.
En este contexto de tensión creciente no conviene interpretar como simple retórica propia de encuentros internacionales la advertencia realizada por las ministras de Defensa de Francia, Florence Parly, y Alemania, Ursula von der Leyen, en cuanto a que Europa debe alcanzar mayor autonomía defensiva. Del mismo modo, es necesario que, a pesar del Brexit, Reino Unido quede vinculado a este proceso. Londres, con su puesto permanente en el Consejo de Seguridad y su especial relación con Washington, será siempre vital en la defensa de Europa.
El resultado de la iniciativa de las ministras de Alemania y de Francia es que España —tal y como está previsto— deberá aumentar su gasto en defensa. Para que este aumento sea eficaz y goce del apoyo ciudadano deberá ir encaminado a sumarse —también con una mayor relevancia en cumbres como esta— a este esfuerzo marcado por París y Berlín, y no hacerlo según estrategias individuales.
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