Ciberataques desde el Kremlin
Reino Unido acusa a Rusia de ataques informáticos para socavar los cimientos en los que se sustentan las sociedades democráticas
En los últimos dos años, Estados Unidos y Europa han recabado pruebas suficientes sobre las actividades lideradas por el Gobierno ruso para sembrar la discordia en las democracias occidentales a través de continuas oleadas de noticias falsas. Ayer mismo, EE UU acusaba a 13 ciudadanos rusos de injerencia electoral. Reino Unido, que vivió en sus propias carnes estas maniobras durante la campaña del referéndum del Brexit, dispone ahora de sólidas informaciones que delatan al Kremlin como responsable último del masivo ciberataque del pasado junio, que infectó empresas privadas y organismos públicos de Europa, Asia y EE UU, si bien el país más afectado fue Ucrania, que mantiene un enconado enfrentamiento con Rusia por la anexión de Crimea.
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Para el Gobierno de Theresa May no hay ninguna duda de que desde Rusia se está desarrollando una persistente labor destinada a socavar los cimientos en los que se sustentan las sociedades democráticas utilizando el secuestro de datos como arma. Las fundadas sospechas de que el letal virus conocido como NotPetya tenía su origen en los tentáculos de Putin se han traducido en acusaciones firmes. Oficialmente, el Kremlin se ha desvinculado del ataque informático con el pobre argumento de que también se vieron afectadas empresas rusas. La onda expansiva de los ataques cibernéticos es siempre difícil de acotar.
Ante agresiones globales de este calibre, ningún país tiene en su mano instrumentos suficientes capaces de levantar barreras que garanticen la seguridad de empresas, entidades financieras, hospitales, infraestructuras críticas o medios de comunicación. Consciente de la alarmante amenaza que representan los ciberataques a gran escala, Reino Unido ha reclamado una respuesta internacional coordinada. Solo con el esfuerzo común se podrá avanzar hacia un ecosistema digital que sea verdaderamente libre, pacífico y seguro.
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