La terapia psicológica es indispensable para los niños víctimas de abusos sexuales. El abusador también debe recibirla, máxime cuando los abusos suceden en el ámbito familiar.
Todo se rompe cuando el primer contacto sexual que tiene una persona es un abuso sexual sufrido en su infancia. Mientras lo normal sería que fuera poco a poco descubriendo qué ocurre en su cuerpo, en su ser, un buen día alguien se mete en su cama o lo arrincona. A partir de ahí el camino se convierte en impracticable. "Yo no debía tener más de 10 años. Era mi primo, cinco años mayor que yo. Teníamos la costumbre familiar de comer con los abuelos todos los domingos. Y estos vivían en un cortijo inmenso en mitad de la sierra. Una tarde, cuando los mayores dormitaban por el sofá y los demás primos jugaban en un cuarto, mi primo empezó a abusar de mí. Primero haciéndome cosquillas encima de la braga, diciéndome que ahí dentro solo podía entrar él. Antes de un mes ya me obligaba a hacerle felaciones. No tenía escapatoria. Estaba a su merced cada fin de semana. Todos los domingos iba a comer al cortijo". Gabriela sufrió abusos por parte de su primo desde los diez hasta los dieciocho años. Un día su madre aceptó que faltara a la cita familiar. Y poco a poco, escapó. Gabriela fue la esclava sexual de su primo mayor desde los 10 hasta los 18 años. Años de repugnancia, años huyendo. Tatuarse en el alma que lo más sucio era ella, después de años escuchándole llamarla guarra mientras la obligaba a que abriera las piernas.
Uno de cada cinco menores sufre abuso sexual al menos una vez en la vida. Imaginen que durante años esa hubiera sido su única referencia sexual. Un primo cinco años mayor forzándote.
¿Han pensado cómo se sale de eso?
Para Adela, el horror se mezclaba a partes iguales con lo que más amaba en el mundo: el ballet. En su caso, de ella abusó el director de la escuela de danza en la que aprendió a llegar a ser la excelente bailarina que hoy es. "Empecé ballet a los seis años y los primeros cinco me insuflé de la danza hasta amarla. El director de la escuela era para mí un semidiós capaz de convertirme en la princesa Bathilde de Giselle, hasta que, el día que cumplí once años entró en el vestuario en el que nos cambiábamos y quiso verme desnuda. "Tendrás que compartir vestuario en muchos teatros, Adela". Durante años le midió con la cuenca de las manos la evolución de los senos comprobando si crecían y fue sofisticando sus abusos, acompañándolos de demostraciones a caballo entre la seducción y el poder. "Un día que tenía la menstruación metió su mano entre mis piernas, por dentro de las medias y todo, para acariciarme la vulva. Después se olió la mano y me dijo que ya olía a hembra. Es imposible que aquello ocurriera solo conmigo, pero nadie decía nada. Intentábamos no quedarnos nunca solos en los vestuarios, pero ninguno decía el motivo." Adela calló por temor a que su incipiente carrera como bailarina se dinamitara. Cuando lo que había estallado en mil pedazos era su posible apreciación de la sexualidad y sobre todo su autoestima. Tardó años en aprender a quererse y posteriormente querer a otras personas de nuevo. Admiraba al hombre que abusaba sexualmente de ella y al mismo tiempo era su víctima.
"Tanto para la víctima como para el abusador, la terapia es indispensable"
Gabriela fue consciente de que abusaban de ella en la adolescencia. Hasta entonces no sabía bien qué pasaba. Adela más o menos lo mismo. Los niños deben aprender a dar la voz de alarma en cuanto suceda. La mayoría de los menores que sufren abusos callan. Por miedo al abusador, por miedo a que no les crean... Que un amigo lo detecte, también vale. Los niños deben ser conscientes de que los abusos sexuales existen y así poder distinguir cuándo algo va mal y quién puede ser víctima. No contarle a nuestros hijos no los protege. La educación sexual pasa por explicar las orientaciones sexuales, las identidades de género y también los abusos sexuales. Pero ni siquiera en la Comunidad de Madrid se lleva a efecto la ley Integral de Transexualidad aprobada en la Asamblea de Madrid con mayoría absoluta y que llevaría implícita la información sobre sexualidad en los colegios. Jorge López Vallejo, especialista en psicología infantil, evidencia la necesidad absoluta de la asistencia psicológica y remarca lo difícil que es gestionar el tema de abusos sexuales cuando suceden dentro de la familia, algo que ocurre en un 80% de los casos, según datos de Save the Children. "Hay muchos casos en los que el familiar abusa de una niña hasta que crece para después abusar de la hermana pequeña y después de la siguiente más pequeña. Sin tratamiento psicológico, el abusador tiende a repetir los abusos. Por eso, tanto para la víctima como para el abusador, la terapia es indispensable".
Save the Children batalla contra esta guerra desde hace años. Ojos que no quieren ver evidencia hasta qué punto las administraciones públicas no toman cartas en el asunto. Para evitar los abusos sexuales no queda otra que educar sexualmente a nuestra infancia.
Y ahora échenle cuentas de quiénes no hacen nada por que esa educación llegue a los colegios... Y, si son buenos padres, pídanles responsabilidades.
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