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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Impedir la investidura

El Gobierno debe explorar todas las vías para evitar que Puigdemont vuelva a ser presidente de la Generalitat

Mariano Rajoy el pasado miércoles en una intervención sobre la lengua española.Foto: atlas | Vídeo: Pablo Cuadra (Getty Images). ATLAS
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Preventing Puigdemont’s return as premier

Tras proponer Roger Torrent, presidente del Parlament, a Carles Puigdemont como candidato a la presidencia de la Generalitat, el Gobierno ha manifestado su voluntad de impugnar esa candidatura ante el Tribunal Constitucional. Y el Consejo de Estado, en el ejercicio de sus atribuciones, ha dictaminado, en una opinión que no es vinculante, que no existe base suficiente para dicha impugnación.

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Para el Gobierno, cuya misión es proteger el interés general, impedir la investidura de Carles Puigdemont no solo es un objetivo políticamente deseable y jurídicamente legítimo sino una obligación inexcusable de la que en modo alguno puede abdicar. Para lograr ese objetivo, el Gobierno tiene ante sí una amplia panoplia de instrumentos políticos y legales. Esas actuaciones, como es natural en una democracia y en un Estado de derecho, están sometidas tanto a revisión política como judicial.

El expresident, huido de la justicia, no solo está encausado por gravísimos delitos. Su negativa a respetar la ley, su reiterada desobediencia al Constitucional y su rechazo a disolver el Parlament son las únicas responsables de la aplicación del artículo 155 y las elecciones del 21-D.

Hay que lamentar que ni el president del Parlament ni los grupos parlamentarios que promueven la candidatura de Puigdemont sean conscientes del daño al autogobierno y a la convivencia que supondría la investidura de Puigdemont. Su persistencia a la hora de desafiar al Estado demuestra su incapacidad de escuchar las demandas de una sociedad fracturada y agotada.

El Gobierno, en nombre de la democracia y la Constitución, y en representación de la ciudadanía, tiene que agotar todas las vías políticas y legales a su alcance para evitar una investidura que abocaría a las instituciones del autogobierno a un nuevo conflicto con el Estado. Así funciona el Estado de derecho: tanto el Consejo de Estado como el Tribunal Constitucional como el Gobierno deben cumplir su papel.

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