París reclama su lugar como capital de la moda política
El final de los desfiles de la Semana de la Moda Masculina ha dejado un rastro de colecciones reivindicativas y estupendos pantalones
“La verdad. Ahora es más importante que nunca”. Es el eslogan con el que el diario The New York Times se promociona a sí mismo en estos tiempos de posverdad. Y también la frase que decoraba las sudaderas negras del desfile de Sacai, añadiendo un matiz político a la seductora forma de triturar y mezclar prendas militares, jerséis nórdicos y ropa deportiva de esta marca japonesa. París es uno de los lugares donde suelen refugiarse los creadores preocupados por comunicar con su ropa algo más que calidad, estatus o un mensaje vacío estampado en una camiseta. La voluntad de Sacai de significarse manifiesta el resurgir de esta inquietud.
Para el diseñador de Balenciaga, Demna Gvasalia, esto significa dinamitar los principios de lo bonito y lo lujoso introduciendo “observaciones de carácter”: arquetipos sacados de calles donde sus clientes no se suelen aventurar. Esta temporada la casa no ha desfilado, pero mostró su colección prefall 2018, la que se entrega en junio, en una presentación en su cuartel general, un hospital del siglo XVII espléndidamente rehabilitado.
En manos de Gvsalia, las bolsas de plástico a franjas de los supermercados franceses se convierten en el bolso de cuero Supermarket; una chaqueta amplia de chándal, reinterpretada en patchwork de telas camiseras, en la cazadora Taxi Driver, y un vaquero boot cut con los talones comidos por el uso, en el pantalón que completa una silueta voluntariamente pobre. ¿Perverso? Bastante. ¿Deseable? Muchísimo. Es previsiblemente warholiano lo que ocurre en el cerebro cuando uno ve lo cotidiano elevado a arte y, desde luego, el feísmo en el lujo no es nada nuevo. Pero Gvasalia no solo tiene el valor para expandir los límites del cliché sino que lo hace tan bien que además quieres ponértelo.
En realidad, esta temporada pasará a la historia como la que transformó polémicas del pasado en ropa deseable. El deporte y la calle están perfectamente integrados en la oferta de las firmas de lujo. Incluso Palomo y Loewe, dos abogados del género líquido, han mostrado su cara más amable. Es hora de hablar de prendas, y ahora que casi todo el mundo se ha puesto de acuerdo en que el pantalón pitillo y las mallas de deporte ya no son las únicas siluetas posibles para el hombre, los desfiles de París del otoño 2018 han sido un carrusel de alternativas.
Hace falta atreverse a salir del vaquero y el chino para darse cuenta cuánto afecta un pantalón diferente a la silueta y Hermès lo demostró el sábado pasado. ¿Hace frío y quieres ponerte un jersey grande con la camisa por fuera? Combínalo con un pantalón de caja cuadrada, con vuelta y un poco más corto de la cuenta. ¿Tienes un compromiso pero no quieres ir de traje? Ponte solo la chaqueta con un pantalón anchísimo de paño.
No solo había pantalones. Véronique Nichanian celebró sus 30 años como diseñadora de hombre de Hermès con un guardarropa completo, relajado, combinable y discretamente original. “Es una oda a la comodidad y a la calidez para enfrentarse al frío. Hay parcas holgadas en tejidos técnicos, y también ropa de fiesta informal de seda en colores minerales”, dice, aludiendo al final de las normas del armario masculino. Nichanian entiende la moda como prendas útiles, bellas y de factura artesanal que te acompañan durante toda la vida. Es la cara amable de una industria tan grande y eficiente que le resulta difícil no parecer descaradamente comercial.
El romanticismo es otra vía para empatizar. El desfile de Valentino, por ejemplo, ofrecía los clásicos que Pierpaolo Piccioli ha creado para la casa (el abrigo largo y entallado, la chaqueta de chándal, los jerséis abreviados de cachemir, las zapatillas de deporte), solo que esta vez bajo un manto de sensibilidad oscura, técnicas de alta costura y tachuelas de pinchos punk. Una colección que busca la rebelión como “estado mental” y prolonga el exitoso proyecto VLTN: el nuevo logo apto para millennials que decora accesorios, sudaderas y los nuevos plumíferos que la casa ha desarrollado en colaboración con Moncler.
Kris Van Assche lleva once años en Dior Homme y hace varias temporadas que explora la tensión entre lo adulto y lo adolescente. Este desfile lo hizo no solo a través de la ropa: parcas de nailon cortas o un estampado tribal que cubre trajes completos. También en un casting que incluía a seis tops de los noventa: Cameron Alborzian, Alain Gossuin, Arnaud Lemaire, James Rousseau y Mark Vanderloo. Esta ha sido una gran temporada para una generación de modelos cuyo revival no parece tener fin.
Werner Schreyer, el guapo alemán que en 1997 sedujo a millones de adolescentes con su “don’t imitate, innovate”, también fue uno de los protagonistas de la presentación de la primera colección de Nina-Maria Nitsche para Brioni. La diseñadora ha reunido a una selección de hombres reales para disparar el catálogo de unas prendas que suponen una solvente vuelta a los valores tradicionales de esta histórica sastrería italiana, después de varios intentos fallidos de rejuvenecerse. Está muy bien la rebelión adolescente, pero alguien tiene que haber que específicamente se dedique a no cultivarla.
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