Por qué esta firma española es la más relevante de 2017
Para el último gran giro de Loewe, su director creativo ha recurrido al Arts & Crafts, el movimiento cultural del momento. William Morris Meets Punk es una colección de moda imprescindible
El artista, diseñador, escritor, político y empresario William Morris (1834-1896), que como su contemporáneo Oscar Wilde pensaba que todo hombre pleno tenía que rodearse de objetos artísticos, bellos y únicos, creía también que el pleasurable work (trabajo grato o placentero) no debía plasmarse solo en piezas de museo, sino en elementos para el uso diario. Por eso, por ejemplo, a la hora de estampar sus papeles pintados, no eligió imprentas de lujo, sino productores artesanales que permitieran que estos estuvieran al alcance de un público más amplio. Embellecer la vida, para Morris, consistía en embellecer cada instante y conseguirlo se convirtió en una cruzada política. En su mezcla de artesanía e idealismo, este inglés fue distinto al resto de creadores de su tiempo, pero paradójicamente cercano a algunos del siglo XXI, como Jonathan Anderson, director creativo de Loewe. Desde que llegó a la firma madrileña hace tres años, el norirlandés está embarcado en una misión que reivindica el potencial revolucionario de la artesanía de lujo.
Porque de eso trata la colección William Morris Meets Punk: de artesanía, creación y modernidad. Esta colección cápsula, en la que Loewe une el legado del maestro del Arts & Crafts con el punk, quiere introducirse en la vida diaria objetos de uso cotidiano. Accesorios y prendas exquisitamente confeccionadas que traducen al lenguaje contemporáneo las ideas estéticas de Morris. Hay, por ejemplo, varias referencias a la silla Sussex que Philip Webb diseñó en 1860 y que Morris & Co. –la compañía que el inglés fundó–, fabricó entre 1870 y 1890. Inspirada en una silla rústica que el diseñador encontró por primera vez en Sussex (de ahí su nombre), sus líneas sencillas, sus ornamentos de ebanistería tradicional y su asiento de paja se convertirían a finales del siglo XIX en una presencia imprescindible en universidades, galerías de arte y demás espacios culturalmente avanzados de la época.
La silueta de la silla Sussex, inmediatamente reconocible gracias a su respaldo y brazos inclinados para facilitar la ergonomía, se plasma ahora en un bolso tote fabricado en piel por los expertos artesanos de la casa madrileña. La silla también aparece en una camiseta de algodón, blanca o negra, estampada con una réplica del anuncio con que la Sussex se publicitaba en la prensa decimonónica, y que recoge las distintas variaciones que Morris & Co. produjo.
La clave de la colección William Morris Meets Punk está en los detalles. Estampados legendarios de Morris se plasman respectivamente en una zapatilla de lona estampada con suela de goma y un llavero de piel. El tejido vaquero desteñido, elemento esencial del punk –recuerden, la segunda parte de la ecuación– invade un bolso y un billetero de la línea Puzzle y también una nueva versión de la mochila Goya, probablemente el producto que mejor refleja la aleación de artesanía, utilidad y vanguardia que defienden tanto Anderson ahora como Morris en su época.
También hay guiños al humor. Si Morris defendía que el nuevo estilo debía inspirarse en la naturaleza, nada tan cercano como la marroquinería en forma de elefante (llaveros, monederos, pequeños bolsos) que Anderson introdujo en sus primeras colecciones para Loewe, y que ahora se cubren de los intrincados diseños gráficos del maestro del Arts & Crafts. Para el director creativo de Loewe, Morris fue el primer punk de la historia, y por eso hay una sana dosis de rebeldía en prendas de punto que presumen de su origen artesanal, o en los diseños que deconstruyen clásicos de Loewe. A fin de cuentas, si Morris no creaba obras para los museos, tampoco Anderson diseña solo para la pasarela. Es ahí donde resuena la filosofía de Morris: hay que rodearse de objetos bellos y útiles. Y no puede decirse que Loewe no nos dé opciones.
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