La derecha nacionalista suiza ataca de nuevo
La Unión de Centro Democrático (UDC) quiere acabar con la libre circulación de trabajadores
Una vez más, la poderosa UDC/SVP marca la agenda política suiza. Recordemos que este es el partido con mayor presencia en el Parlamento. La UDC/SVP se hizo mundialmente conocida gracias a iniciativas como la prohibición de construir minaretes en las mezquitas, o su resistencia al acercamiento a la UE. En esta ocasión, Albert Rösti, presidente de la formación, ha lanzado la Iniciativa de Limitación. Retoma ideas ya presentadas en 2014, pero da un paso más allá pidiendo a los suizos que se pronuncien sobre una eventual supresión de la libre circulación de ciudadanos europeos. De ser aprobada esta iniciativa, podría obligar al Gobierno suizo a suprimir los tratados vigentes.
La UDC/SVP y sus aliados de ASIN (Acción por una Suiza Independiente y Neutra) deben recoger 100.000 firmas favorables a una total autonomía en materia migratoria antes de julio del 2019. Rösti afirmó: “No queremos una Suiza con 10 millones de habitantes, en la que los mayores de 50 no encuentren empleo, los alquileres sean imposibles y el transporte público esté saturado”. Suiza cuenta hoy con 8 millones de residentes, de los cuales más del 20% son extranjeros. Una proporción única en Europa.
Pero a diferencia de otras situaciones similares, esta vez el resto de partidos (todos salvo los Liberales, de centro derecha) parecían estar listos para contraatacar. Un ejemplo es la Operación Libero, que pretende reunir 100.000 firmas contra la iniciativa nacionalista. Este movimiento advierte del riesgo de la denominada “cláusula guillotina”, que implica que el rechazo a un elemento de los acuerdos bilaterales implicaría la supresión total de los seis puntos del contrato entre Suiza y la UE, incluyendo el que gestiona el libre comercio.
Rösti concluyó: “No es posible que los 500 millones de ciudadanos de la UE tengan el derecho a establecerse libremente en Suiza”. Todo lleva a pensar que los argumentos de la UDC/SVP encontrarán (una vez más) un público receptivo, aun sabiendo que el fin de los acuerdos bilaterales entre Suiza y la UE supondría un golpe muy serio a la prosperidad helvética.
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