“Limitado, lento y caro”. Así es Internet en Latinoamérica
El jefe de la división de Conectividad del Banco Interamericano de Desarrollo, Juan Ketterer, analiza las conexiones de la región y su repercusión en el desarrollo
Cuando se le pregunta cómo describiría la conexión a Internet en América Latina, Juan Ketterer, jefe de la División de Conectividad, Mercado y Finanzas del Banco Interamericano de Desarrollo, es tajante: “La cobertura es limitada, de mala calidad y cara”. Los datos le respaldan: la mitad de la población no está conectada, la velocidad en promedio es cuatro veces más lenta que en la OCDE y los ciudadanos pagan un 43% más. Si se mira en términos relativos, resulta todavía más costoso: los habitantes de este club de países tienen que destinar un 2% del ingreso a conectarse, porcentaje que sube a un 10% en América Latina y el Caribe. Esto es un gran problema para la región: Internet no es un capricho, sino un requisito para el desarrollo y la competitividad.
Pregunta. ¿Por qué este rezago de América Latina con respecto al resto de países de la OCDE?
Respuesta. La explicación es muy simple: como en muchos sitios del mundo, la mayor parte del despliegue de infraestructura de este tipo la ha ejecutado el sector privado, que hace lo que puede. Invierte para obtener rentabilidad, cuando no lo consigue, deja de hacerlo. No es una crítica al sector privado, sino una constatación de que las cosas son así.
P. ¿Por qué el sector privado no llega tan lejos en la región como en otros países?
R. En primer lugar, existe una serie de factores que hacen que el entorno regulatorio sea percibido como menos adecuado para la inversión privada. Hay aspectos de la regulación bastante obsoletos. En otras ocasiones es inestable y no ofrece todas las garantías de seguridad jurídica que la inversión privada necesita.
P. ¿Puede poner algún ejemplo de este marco regulatorio desfasado?
R. Una de las cosas que todavía ocurren con mucha frecuencia es que la regulación para servicios de Internet es totalmente distinta de los de telefonía, cuando hoy día están totalmente ligados. También es muy importante el hecho de que en la mayoría de los países de Latinoamérica no hay claridad en la distribución y adjudicación del espectro radioeléctrico en las operadoras de telefonía. Ese vacío, esa inseguridad, disuade a los operadores de hacer inversiones en antenas y cableado que quizás no van a rentabilizar. Otro aspecto que puede parecer anecdótico, pero no lo es, es la capacidad de cavar zanjas. Hacerlo en la región resulta infinitamente más complejo en todos los sentidos que en otros países de la OCDE, porque en ellos las reglas están claras, mientras que en América Latina hay cierta incertidumbre con respecto a los derechos.
P. ¿Cómo se puede revertir esta situación?
Si no se toman medidas, la separación que hay entre Latinoamérica y los países más desarrollados irá aumentando
R. Hay tres grandes conjuntos de medidas. El primero, que los países hagan un esfuerzo para armonizar y modernizar los marcos regulatorios y legales. Es fundamental para aumentar el atractivo en tu país para la inversión privada. Segundo: inversiones públicas en algún tramo estratégico de la red. Típicamente se hace en la troncal o en conexiones internacionales, muchas veces aliándose con otros países, por ejemplo, en un cable submarino. Existen una serie de inversiones estratégicas que si el sector público aborda, el privado podría continuar el negocio sin tener que amortizarlas. Lo que no creemos una buena idea es que los Estados hagan todo lo que no alcanzan las empresas. Eso típicamente lleva a exceso de gasto e ineficiencias. Lo tercero es financiar las inversiones de infraestructura de conectividad digital usando tecnología o asociaciones público-privadas. Por ejemplo, el sector privado construye infraestructuras y el público le transfiere flujos para completar la rentabilidad. Imaginemos que decimos a un operador: haga una inversión para conectar esta región y explótela comercialmente. Como sabemos que no va a ser rentable porque no va a haber capacidad de pago, establecemos que sector público haga unos pagos por disponibilidad, por tener la red funcionando; así, los Gobiernos aportan lo que no se consigue ingresar como tarifa y se garantiza cierta rentabilidad.
P. ¿Qué buenas prácticas existen en la región de las que se puedan aprender?
R. Algunos países ya están haciendo esto. México realizó un cambio muy importante al principio del Gobierno que ahora termina que llevó a una gran inversión; el programa Red Compartida. Con ella, cuentan con una red básica sobre la cual dar servicio a la mayoría del país. Colombia hace unos años implantó la gran iniciativa Vive Digital, que consiguió extender el uso y acceso a Internet en la mayoría de las municipalidades del país. Consistió en facilitar banda ancha. Se podía acceder en unos centros comunitarios que eran como grandes cibercafés con un precio ajustado a las posibilidades de los vecinos. Extendió mucho la adopción de la economía digital. La mayoría de países están aplicando modelos con más o menos intensidad y fuerza, pero hoy en día empieza a haber la conciencia de que el sector público tiene que desempeñar un papel fundamental en todo esto. Se habla mucho de fomentar campañas de educación digital, eso está bien, pero hay que ir con cuidado porque si se aplican y los ciudadanos no tienen manera de aprender, es como enseñar a conducir a la gente en un país sin carreteras.
P. ¿Cómo pueden afectar al desarrollo estas carencias en la conectividad?
R. Si no se toman medidas, la separación que hay entre Latinoamérica y los países más desarrollados irá aumentando; esto no es nada bueno, porque estamos muy cerca de la concreción de muchas tecnologías que tienen que ver con la cuarta revolución industrial, basadas en tres patas: Internet de las cosas, inteligencia artificial y capacidad de computación de gran capacidad. Todo esto será la base para que coches sin conductor, drones, salud digital y servicios públicos funcionen perfectamente. Y para ello es necesaria buena conectividad.
P. ¿Algo de lo que Latinoamérica se pueda ver especialmente beneficiada?
R. La agricultura de precisión, por ejemplo, que se basa en imágenes de los campos segmentados en miniparcelas para poder regar y aplicar abono en cada sitio en cantidad exacta. Eso requiere o imágenes por satélite, que son muy caras y no tan precisas, o drones que vayan recorriendo y mandando fotos en tiempo real. Para eso necesitas conectividad. Solo aplicando estas técnicas la productividad puede aumentar entre un 20% y un 30%. También en servicios públicos: estimamos que en salud se podrían disminuir costes en un 25%, y educación hasta en un 90% mediante teleconsultas y clases a distancia.
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