_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Perdonen mi ignorancia

Es incomprensible que se especule con que Puigdemont o Junqueras puedan gobernar Cataluña

Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat de Cataluña.
Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat de Cataluña. Virginia Mayo (AP)

Debe ser que en cada casa rigen costumbres y maneras diferentes o debe ser que en algunos parlamentos los diputados electos son obligados por el capricho de los que lo rigen provisionalmente a comparecer personalmente para entregar sus credenciales en la secretaría correspondiente, para rellenar algunos documentos y para coquetear ante la cámara del fotógrafo que inmortaliza la imagen de los insignes próceres. He sido diputado estatal en dos legislaturas y media y diputado regional en seis ocasiones, y en todos los prolegómenos de cada legislatura tuve que pasar por el trámite descrito más arriba. Pero, al parecer, no todos los parlamentos exigen esas condiciones.

Otros artículos del autor

Todos hemos visto y oído como sus señorías se levantaban de sus escaños cuando eran llamados por el secretario de la Mesa de edad del Congreso de los Diputados para jurar o prometer el cumplimiento de la Constitución española. Y si ese trámite es necesario en el Parlamento español, y así ocurre en otros parlamentos regionales y en el Senado, y en los Ayuntamientos y en las Diputaciones, se imagina uno que también será necesario en el Parlamento catalán. Si así fuera, está claro que Puigdemont, y todos los que se fugaron huyendo de la Justicia, no podrán ser diputados porque no podrán cumplir con el requisito exigible de presencia física.

Parecería lógico que en la democracia española se exigieran las mismas responsabilidades y las mismas pautas de comportamiento, al margen de quiénes fueran los actores que confluyeran en la escena política. Abandonar el cargo público por una investigación judicial es una norma de conducta que ha ido ganando terreno hasta el punto de que no existe en el panorama político español partido político que objetara en contra de esa eventualidad. El último caso conocido ha sido la dimisión del presidente del Tribunal de Cuentas de Madrid, Arturo Canalda, del PP, imputado con otras 21 personas por el caso Lezo.

En la opinión pública, y también en la publicada, ha ido calando la idea de que investigado equivale a dimitido o cesado, sobre todo, si el investigado es afiliado o cargo público del PP o del PSOE. No se conocen las razones por las que se es tan exigente en los casos de investigación cuando son esos dos partidos los afectados. A populares y socialistas no se les enseña la tarjeta amarilla cuando un juez decide investigar a alguien perteneciente a sus filas; sencillamente la artillería se dirige contra ellos para que la simple imputación les inhabilite para seguir ocupando un cargo institucional. Es posible que se sea tan exigente con partidos a los que se les concede gran importancia y sostenibilidad y, por el contrario, tan laxos con aquellos otros a los que no se les concede la más mínima atención porque, hagan lo que hagan, sus gestos y actitudes no significan nada para el devenir de los españoles. Pero, también, se podría observar el fenómeno desde la perspectiva de la desconfianza y el descrédito. Como PP y PSOE son dos partidos “anticuados”, a la menor falta que cometan, se les castiga rigurosamente, exigiendo dimisiones o ceses.

Nadie entendería que Luis Bárcenas hubiera seguido de senador cuando fue encarcelado provisionalmente

Sea como sea, el caso es que produce sensación de hastío cuando se observa la discusión sobre si Puigdemont o Junqueras podrán o no ser presidentes de la Comunidad Autónoma catalana. Si estuviéramos ante esa disyuntiva siendo esos dos personajes diputados electos del PP o del PSOE, se oirían las voces escandalizadas de los analistas y contertulios exigiendo la dimisión de quienes no solo están investigados, sino que se dieron a la fuga o están en prisión provisional. Nadie entendería que el tesorero del PP, Luis Bárcenas, hubiera seguido de senador cuando fue investigado y encarcelado provisionalmente por los delitos que le imputa la Justicia. No sé las razones por las que sí se entiende que Puigdemont o Junqueras no solo lleguen a ser diputados autonómicos, sino que, además, se especule sobre la posibilidad de que lleguen a ocupar la presidencia de la Generalidad de Cataluña, fugado uno y encarcelado otro.

Para más desvarío, el presidente de cualquier comunidad autónoma, incluida la de Cataluña, es además el representante ordinario del Estado en esa comunidad. Resultaría grotesco que Puigdemont representara a la Monarquía parlamentaria española en Bruselas o que Junqueras, presidente de Cataluña, representara a la Monarquía española en esa república catalana que ambos aprobaron y firmaron cuando se sabían y creían los reyes del mambo. Hoy ya no lo son y, por eso, quieren convertirse en mártires por la puerta trasera.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra fue presidente de Extremadura entre 1983 y 2007.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_