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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
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Muere Peter Sutherland, una voz lúcida por la reforma migratoria

El que fue primer Director General de la Organización Mundial del Comercio abanderó desde la ONU una propuesta liberal y justa de movilidad humana

Gonzalo Fanjul
Peter Sutherland en un encuentro en Londres en febrero de 2016. Foto / ODI. CC BY-NC.
Peter Sutherland en un encuentro en Londres en febrero de 2016. Foto / ODI. CC BY-NC.

“El problema con el sistema de migración europeo es que no existe un sistema de migración europeo. Los Estados miembros de la Unión Europea han fracturado y discrepado sobre cómo iban a administrarlo. (…) Los derechos de los refugiados, englobados en la Convención de 1951, son sagrados. No pueden ni deben ser interferidos en ningún caso y nosotros no deberíamos intentar redefinir nuestra responsabilidad. (…) Siento decir que al proyecto europeo, en el que yo profundamente creo y el cual está basado en principios como la dignidad de los humanos y la igualdad, no le beneficia que un grupo de primeros ministros europeos hayan dicho, por ejemplo, que dar asilo a musulmanes no debería hacerse porque son musulmanes. Quiero decir, esto es como vivir en la época de las Cruzadas”.

Si me hubiesen preguntado a quién prefiero como Representante Especial de la Secretaría General de las Naciones Unidas para la Migración Internacional, sin duda habría elegido a alguien que diga cosas como estas. Y ese era precisamente Peter Sutherland, el político irlandés que ocupó el cargo entre 2006 y 2016 y que acaba de dejarnos hace pocos días tras una larga enfermedad coronaria. Sutherland –uno de esos liberales anglosajones lúcidos, lenguaraces y profundamente éticos que tanto echamos de menos en estos tiempos oscuros- demostró durante esos años que existe una alternativa entre la utopía de un mundo sin fronteras y el hípernacionalismo migratorio que define tristemente el panorama internacional. Y lo hizo desprendiéndose de la retórica cortesana que caracteriza habitualmente a los responsables de la ONU (“Una absoluta vergüenza”, dijo de las propuestas migratorias del entonces candidato Trump).

Su posición era solo el resultado de la experiencia empírica, en una carrera profesional que incluyó los puestos de fiscal general irlandés, comisario de la Competencia de la UE y primer director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyo nacimiento debe mucho a su empeño. Como me dijo en la entrevista de la que están tomadas las declaraciones que abren esta entrada, “a mí me ofreció este trabajo Kofi Annan. Me dijo que lo hacía porque yo era, precisamente, director general de la OMC. Cuando fui director general del GATT, me fue muy difícil, como a otros muchos, confrontar los temas de soberanía nacional en el contexto de soluciones multilaterales”.

Sutherland aspiraba a embridar la movilidad humana global en beneficio de todas las partes involucradas. Y eso solo es posible con mecanismos legales e institucionales cooperativos que reduzcan los riesgos asociados al proceso y optimicen sus oportunidades. Un proceso lento y constructivo que contará primero con pocos países y que se expandirá a medida que demuestre su eficacia. Exactamente igual que ha ocurrido en otros ámbitos de la globalización donde hemos llegado mucho más lejos, como la liberalización del comercio internacional o la lucha contra el cambio climático. Cuando se compara con estos asuntos, el de las migraciones se encuentra en un estadio primitivo y amenazado por un contexto profundamente hostil. Por eso Sutherland apoyó de manera entusiasta la negociación de un Pacto Mundial por las Migraciones que comenzó en septiembre de 2016 (cuando él ya estaba enfermo) y terminará en el otoño de este año. El éxito de este acuerdo será el mejor legado que podamos ofrecerle.

Descanse en paz, Peter Sutherland. Sin ninguna duda, le echaremos de menos.

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