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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
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Una vacuna para respirar

La estrategia global contra la neumonía podría salvar 5,3 millones de vidas antes de 2030

Gonzalo Fanjul
Introducción de la vacuna del neumococo en Kenia en 2011. Foto: GAVI.
Introducción de la vacuna del neumococo en Kenia en 2011. Foto: GAVI.

“En el tiempo que le lleve leer este párrafo, dos menores perderán la vida a causa de una enfermedad mortal que se puede prevenir y tratar fácilmente”. Con este aldabonazo arranca el informe Luchando por respirar, que la ONG Save the Children hizo público hace pocos días para alertar sobre el impacto de la neumonía en las tasas globales de mortalidad infantil. De acuerdo con sus datos, una enfermedad prevenible y tratable a un coste por persona casi ridículo se llevó en 2015 las vidas de 920.000 niños en todo el planeta. Cuatro de cada cinco víctimas tenían menos de 2 años. Noventa y nueve de cada cien vivían en países en desarrollo.

A diferencia de otras enfermedades de los pobres que han adquirido cierta notoriedad en las últimas décadas, la neumonía no ha vivido aún el punto de inflexión que hemos visto en otras enfermedades como el sarampión, el VIH-SIDA, la malaria o la diarrea. De acuerdo con los modelos elaborados para el informe por la Universidad Johns Hopkins, a este ritmo 730.000 niños morirán todavía por neumonía en el año 2030.

La buena noticia es que esta situación podría estar empezando a cambiar. Como destacaba mi compañero Quique Bassat en un reciente artículo en Planeta Futuro, una coalición de 30 organizaciones agrupadas bajo la denominación Every breath counts (Cada respiración cuenta, en la que participan las españolas Fundación Bancaria La Caixa e ISGlobal) promete poner al servicio de la neumonía la tracción política y financiera que tan buenos resultados ha dado en casos similares.

¿Cuáles deberían ser las prioridades de este y otros esfuerzos, como los que realiza la Organización Mundial de la Salud? Aquí es donde el informe de Save the Children hila más fino, en mi opinión. Lejos de limitarse a pedir más dinero, la ONG reclama un pacto multilateral que se centre en la solución medular a este problema: la prevención a través de las vacunas y de una cooperación internacional más eficaz. Este es un campo en donde la Alianza Global por las Vacunas y la Inmunización (GAVI, por sus siglas en inglés) lleva ya un importante camino recorrido, con un programa que cubre 57 países entre los que se incluyen las naciones más afectadas, como Nigeria, la República Democrática del Congo y Pakistán. El esfuerzo no solo responde a la utilización de mecanismos innovadores de financiación como los Advanced Market Commitments (AMC, compromisos financieros que garantizan la viabilidad comercial de las inversiones en el desarrollo de vacunas), sino también a un esfuerzo multilateral que incluye a gobiernos donantes (1.000 millones de dólares desde 2009), compañías privadas (Pfizer y GSK), organismos internacionales (como la OMS y ACNUR) y las autoridades sanitarias de los países afectados.

Pero los datos abrumadores de muertos y afectados demuestran que el camino por recorrer es largo. La vacuna conjugada contra el neumococo (VCN) sigue teniendo un peso desproporcionado en el gasto destinado por GAVI al aprovisionamiento de vacunas. En el caso de los países de renta media o media-alta que se encuentran fuera del mandato de GAVI, los precios llegan a multiplicarse hasta por 12, castigando a los pacientes más pobres.

El problema está en parte relacionado con la escasa competencia en la producción de vacunas (los AMC no han conseguido estimularla en la medida deseable). Pero también con un sistema de innovación y acceso a medicamentos que carece todavía de estímulos suficientes para la involucración de un número crítico de actores y que limita de forma asfixiante las excepciones a las normas de propiedad intelectual.

Otras prioridades no se diferencian esencialmente de las carencias generales de la salud global: extensión de sistemas de salud primaria, inversión en personal sanitario, educación y compromiso de los gobiernos en los países afectados y en los países donantes. UNICEF, por ejemplo, padece según el informe un déficit de 73 millones de euros en su programa de intervenciones de salud no relacionadas con la malaria. Y hacer todo esto precisamente para las regiones y grupos de población que han quedado hasta ahora en los márgenes de los indicadores medios de salud. En esencia, la agenda de equidad que se esconde bajo de la denominación genérica de Cobertura Universal de Salud, una de las aportaciones más relevantes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El éxito de esta estrategia contra la neumonía tiene nombres y apellidos: los de los 5,3 millones de niños cuyas vidas podrían ser salvadas entre el día de hoy y 2030. Esos son los nombres que el Parlamento Español debe tener presentes cuando discuta los presupuestos de la cooperación para 2018.

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