_
_
_
_
PORQUE LO DIGO YO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La última cena

“Cuánto tendrían que aprender algunos de George Clooney”. Y yo viendo llover sin un ápice de empatía

El actor y generoso amigo George Clooney.
El actor y generoso amigo George Clooney.Matt Winkelmeyer
Ana Marcos

Muchos billetes de 20 dólares. Unos detrás de otros hasta sumar un millón. En una bolsa. Libres de impuestos. Esta es la manera que tiene George Clooney de agradecer a sus amigos que le ayudaran a conseguir la vida que siempre soñó. La que todos deseamos cuando nos sentamos a ver sus películas. La misma que nunca tendremos, pero de la que disfrutamos durante hora y media, tiempo suficiente para que se nos vayan desprendiendo las miserias del día a día.

“Qué buen tipo, George”. “Hay buenos amigos y luego está George Clooney”. “Cuánto tendrían que aprender algunos de George Clooney”. Y yo viendo llover sin un ápice de empatía. Con una envidia absurda, irreal, mala. Con esa culpa judeocristiana que no me ayuda ni siquiera a ver al buen samaritano.

Hace tiempo que me cuesta distinguir al personaje de la persona: George Clooney navegando en yate; George Clooney saliendo de un restaurante caro; George Clooney esposado por manifestarse delante de la Embajada de Sudán en Washington; George Clooney compartiendo oxígeno con Brad Pitt; George Clooney de la mano de una mujer que, me aseguran, es de mi misma especie. Y todas las secuencias de una forma de vida que consumo con la normalidad aprehendida de la educación catódica y pegajosa del papel cuché.

Hasta que una cena, la de los colegas, la de Navidad, la de los viernes, la de cumpleaños, nos vuelve a separar. Como cuando aparecen los títulos de crédito y el mundo hasta el que había viajado se pierde en el tiempo… como lágrimas en la lluvia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_